LESIÓN VENIAL EN EL ROCÍO
En medio de los dóciles hilos de pájaros de papel, el sueño de
conquistar la nada, esa grama sórdida de las nubes frente a nuestros ojos. A
veces me resulta gratificante e irresistible la bisutería de los fósiles, una
lágrima filosa en la basura del tercer día sangrante de esperanza. A decir
verdad nunca tuve mayores pretensiones a la inocencia de un mordisco de muslos,
a la breña hirsuta de la flama subiendo desde los pies. Usted sabe que a cierta
altura de su cuerpo hay un oasis, una rosa degollada en la fiereza, una lengua
común que toleramos mientras llega el naufragio. En la hipnosis del viento
sobre la piedra avanza la sombra del Ave Fénix casi nupcial en la rama del
veneno del vestigio. En esta congoja negra y venial, le hago un guiño al escote
del agua que fluye en dicción líquida.
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Del libro: «Mi memoria se ha cansado
de llover y esperarte», 2022
©André Cruchaga
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