OFICIO DEL ENSIMISMAMIENTO
Entre mis aperos diversos están la
tinta y el cuaderno; el pulimento
viene después cuando escucho los ecos
de la caligrafía:
(todo es normal mientras los albañales no lleguen a
mi olfato.)
Nunca me doy cuenta del momento en
que los trapos sudan
en el cuaderno, ni cuando se
desvanecen mis zapatos en el delirio.
Cada palabra es una ciudad en la que
juego, así es como el tiempo
se llena de anteojos: jugamos —usted
y yo, desde luego—
en el lago de la memoria, donde hoy
por hoy, no existen sicarios,
sino imágenes del ojo extasiado.
Ahora solo la noche perfecta entre
mis cansancios.
El cuerpo sin destruirse se colmó de
esperas y de tierra los brazos.
En la hoja nocturna de la lluvia las
grietas ahondándome
el aliento como una cárcava
inexpresable.
Cavilo todos los días y es difícil,
las coplas de tu piel me traen
los olores del recuerdo, la franja de
la medialuna en mis ojos.
Desde siempre miré su pecho, un nido
inmóvil para mis abismos.
Desde siempre, su boca virginal para
mis relámpagos.
.
Del libro: «Mi memoria se ha cansado
de llover y esperarte», 2022
©André Cruchaga
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