CUERPO AUSENTE
Solo el cuerpo ausente atravesando
los rincones oscuros del silencio.
Tal vez porque la oscuridad madura en
la rotundidad de las palabras.
Tal vez porque en el pecho la
ausencia es únicamente memoria:
un cuerpo que se aclimata en los
párpados, y que se nutre
en la reconstrucción del tiempo
fenecido.
(Mientras los trenes se despiden con su aleteo
ronco, los dos surcos
de los rieles, abren la garganta hasta el cielo.
El grito descarna la lejanía y el pasado proscrito
se vuelve impostura..
Muerden los amarillos de las sienes y la entraña.
Es como si de pronto uno quisiera saltar un muro de
dura inexistencia.)
Desde el recuerdo, el cántaro de las
distancias, el horizonte enfermo
de tizne, y las sombras inducidas del
hollín.
Mis pies de crepúsculo ya no pueden
caminar sobre la noche del asfalto.
Es cadáver la boca bajo la espera de
la tierra.
Frente a los pájaros que deshoja el
ansia, el desierto y sus manos
aviesas. La ruina premonitoria del no
ser. El final de una historia.
Detrás del recuerdo, siego las
sombras de la noche.
¿En qué cercano vuelo, la ausencia
dejará de ser fecunda?
Somos la vértebra pobre de los días y
no el ave fénix.
¡Qué vigilia más eterna la impotencia
sobre un mar de barcas!
—La noche es un túnel donde se
arriman todos los recuerdos,
la hoja caída que nunca retorna al
árbol.
Lo sé ahora entre brumas y puertas
desglosadas en solitario.
.
Del libro: «Mi memoria se ha cansado
de llover y esperarte», 2022
© André Cruchaga
No hay comentarios:
Publicar un comentario