© Obra pictórica de Joan Miró
DESTINO DEL
APÁTRIDA
Como las
dudas inquietantes, la rosa que se nubla en los sueños de este vacío que nos
escucha en el grito sin nombre de la piedra. Sobre la tierra que nos desnuda,
usted atravesó mi corazón con su palabra e hizo de mi pecho una llama. Luego el
fonógrafo fue ergástula y, a menudo, distancia y abandono. Sangró el combate
hasta hacerlo melancolía, zumbó el sexo sus costillas crepusculares en la
profecía advenediza de la lengua. Entre calles inciertas y equipaje de angustia,
un puerto sin nosotros. Sé que «Era hermoso saberte con un nombre que ya me
duele ahora entre los labios, me sangra entre los labios como el moho de una
fruta.» Ya sobre nuestras espaldas, las aguas turbias que nunca derribamos. Era
hermoso respirar el país aún con todas las costuras en la piel. Yo solo tuve un
corazón, nunca un nombre.
Del libro: “Ahora es de noche y tú no tienes nombre”, 2022.
©André
Cruchaga
© Obra pictórica de Joan Miró
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