© Obra
pictórica de Joan Miró
MEMORIA CANSADA
Eran un hombre y una mujer,
o sea, un hombre y un pedacito de tierra.
Federico García Lorca
Nuestros ojos ya no oyen todas mis infancias aquí en silencio, oscuros sueños en el vacío de las formas, años de desazón sobreviviente. Ya no sé dónde está la luz olorosa a madera, ni quien aquí esperándome bajo la tormenta con una boca de instantes, sin vacilaciones. Hoy me exacerba la polilla gris de las mordidas y sus años de ficción diligente. Nada se aquieta en medio de los paréntesis y los puntos suspensivos. Nada duerme aquí junto a las cicatrices, salvo los mausoleos y sus alas grises. Todo es ligero como el viento, como la marea de tus ojos empujándome hacia el sinfín. Crece lo único que tengo: esta oscuridad acentuada de recuerdos e ilusiones; el escombro es lo verdadero. Crecen las esquinas del horóscopo como lentas respiraciones: la noche y su joroba es una fábula. «El hombre llora» mientras agonizan los sueños. Ya es difícil la travesía sin alas. Lento, aligerado, el fogón de la manzana en la luciérnaga.
(Entonces sucumbo en el
líquido de los pañuelos. Sé que no hay doblez en los ojales, salvo el frío en
la lógica del fuego. El despojo es otra forma del viento sin ornamentos; duelen
los párpados cuando picotean los desgarrones del espejo. ¿En qué lluvias
clandestinas las aguas no llegan hasta el cuello?) Quisiera conocer su nueva historia…
Del libro: «Mi memoria se ha cansado de llover y esperarte», 2022
©André Cruchaga
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