ABANDONO PERDURABLE
Arde el otoño con sus frenéticas
hojas. Usted, gris desde los árboles.
Ya en los ojos se ve la luz en fuga,
lo que creí en voz cerrada.
Se fuga la pira al roce del aliento,
(el monólogo es puntual
en esta faena de prontuario), las
horas que muerden mientras se hacen
lejanías las mañanas de cada día. La
voz se quiebra.
—Nada es después del éxtasis y el
albedrío, salvo ese tiempo
que se desliza en el olvido: el vacío
también tiene su conjuro en el ala
de huesos que pulsa en los brazos. En
mi taburete se prolongan
los recuerdos, y la penumbra ciega en
los brazos.
(Después de todo, nos alimentamos de nostalgias,
siempre vamos
ebrios de extrañas palabras, y de extintas siegas.)
La noche ha llegado, pero sigo
despierto deshaciendo la lluvia.
«Sólo mi furia de hombre en las
grietas de ti misma.»
.
Del libro: «Mi memoria se ha cansado
de llover y esperarte», 2022
© André Cruchaga
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