martes, 23 de febrero de 2021

MIMETISMOS

 

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MIMETISMOS

 

 

Como en los mimetismos imaginarios, el almidón disuelto de excesos

en el cuerpo de la salamandra de los abismos enloquecidos.

La desnudez alada tortura los ojos, el pulso pulmonar del aliento,

los helechos de pánico que evaporan la lengua de la contienda,

la carnalidad del jardín tembloroso en el territorio ebrio del galope.

De rodillas nos confundimos con los balcones de espuma que nos deja

el litoral de piel y voraz de las cobijas alucinadas de los brazos.

El aroma guarda el sonido de los peces sin ningún agotamiento.

Al lado de nosotros, la fruición del polen en la garganta,

y la hechicería del follaje de las entrepiernas, el hambre de la fauna;

a veces, la noche cautiva en el desorden desplumado.

La lengua guarda la misericordia del herbazal de la primavera mística

del soplo: uno y otro pestañea en el sueño embrutecido del degüello,

a la orilla donde los espejos cínicamente develan el trasiego.

En el caballo de la noche, se aviva el galope celestial de lo lúbrico,

el desorden amoroso de los aletazos, los conjuros seminales de la fábula,

el idioma desasido del equilibrio, la sombra frutal que nos desborda.

Todo lo convulso hierve como un albedrío de ávida tormenta.

Barataria, 2014

 

Del libro: Primavera de arcilla

©André Cruchaga


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