©Pintura de Richard Diebenkorn
LOSA DE
SOMBRAS
No puedo esperar
más frente a mi boca: la breña que muerde ojos
y talones, hasta
ser una losa de fastidiosos delirios.
En medio del
deseo, los mismos golpes buscando su escondrijo.
Los mismos
carruajes con aleteos de abanicos hacia ningún lado.
Un grito de
asfalto rompe la danza de las vitrinas: la tempestad
hace su proeza
sobre la hoja mensajera del silencio de los últimos días.
(Es
frecuente la carcajada de sal como centro de los ahogos);
entreabiertas las
corrientes sordas que descienden al camino,
las fauces
mordiendo el último líquido de los ojos.
La luz nos
desconoce cuando el guijarro muerde la garganta.
Uno alarga las
uñas hasta donde es posible, el terror se ha vuelto
incandescente
dentro de las venas, de pronto es infame el reptil
del desdén y su
disidencia de sombras.
Al borde del
espejo, el pozo con su parpadeo amargo
de hambres
compartidas. La hojarasca creciendo en los mástiles.
San
Francisco, California, 2013
Del libro: Primavera de arcilla
©André Cruchaga
©Pintura de Richard Diebenkorn
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