UN HOMBRE
CAMINA
Camina “un hombre ya sin sueños en mi soledad.”
Muchas veces, en los ojos, un camino pintado de
primavera,
una locura quieta de piedras,
un lejos de besos insaciables hundido en lo remoto del
plato.
A mi alrededor pasan los ciegos con el aroma de un
flor
en sus manos y tocan la felicidad de mi tristeza.
Luego ladran las oscuridades como un trapo viejo,
ateridas.
Siempre es igual cuando me refugio en el catecismo de
las horas,
o en la religiosidad de un fósforo de luna menguante.
Una barca es una lágrima deliberada entre las aguas:
en la trinchera o la posta siempre espero una piel
obstinada,
aquel cuerpo de viento cavando en el barril de mi
pecho.
En el penúltimo folio de la conciencia,
el polvillo que se asoma siempre como el vacío que
habita
el espejo, el acoso que desvela miedos y candiles.
Un hombre camina sin restaurar el salmo de su huella.
Del
libro: “Invención de la espera”, 2020
©André
Cruchaga
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