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RÉGIMEN NOCTURNO
Porque el
día se deshace en el rito de las dudas y las oscuridades que propaga el
horizonte. Hay desencuentros en el nudo negro de la noche: nos abandona la luz
y es una pesadilla el ultraje, los pocillos de sal en la boca, la piel que
vocifera solitaria. Frente al torbellino de las inclemencias, ninguna
serenidad, salvo el designio de las sombras y la tierra donde transita la
muerte. Vivir, acaso sea, este reclamarle a la memoria por el fuego de algunos
sueños. Tiembla el pulso en la noche recurrente de la almohada.
Del libro: Precariedades, 2019
©André Cruchaga
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