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ENIGMA DE LA CONTEMPLACIÓN
Entre las
verjas de niebla veo los cementerios atardecidos de los jardines. Es un mar
gris que se confunde con la lejanía. Desmayan las relojerías en cada palabra,
la soledad que juega con los viejos balcones de la infancia, la sal hasta el
cuello con cierto cinismo. Callo frente a la dureza. Aquí duelen los caballos
perennes del tiempo y, a su vez, la transitoriedad de la madera. Todo lo que
nombramos y deja su huella como un dulce arpón en el pecho.
Del libro: Precariedades, 2020
©André Cruchaga
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