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QUIZÁS NOS AHOGUEMOS
Quizás nos
ahoguemos en el rasguño de las aguas que emergen de los ojos: en el pecho, las
pupilas heridas del grito, o la carcajada de sal que nos muerde mientras la
espina clava el sollozo en el tórax. Nos urge un caballo de hierro para montar
esta sombra agria con la más abierta dureza de las determinaciones. (En la concavidad del pecho siempre golpea
lo remoto, ese predio extraño del vacío que tienen los espejismos. Después de
todo, respiran los recuerdos en un país extraño. En un país de muchas sospechas
y ansiedades.)
Del libro: Precariedades, 2020
©André Cruchaga
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