©Pintura de Nancy Knight
PERSECUCIÓN DE CENIZA
Desgarrada
en las playas
Mi bandera natural está agujereada de
naufragios
Vicente
Huidobro
Mis ojos
siempre van perseguidos de ceniza y escobas.
El
naufragio de las semanas muerde con saña el territorio
de los
augurios. Y las fachadas de las habitaciones acicaladas.
En una gota
de placer las poluciones quemadas de la lluvia,
la tos
confesa a punto de incinerarse en el armario del tórax.
Siempre
duelen las cobijas apagadas de la cama,
un sonrojo
de alfileres, el cinismo de la súplica de los cuchillos,
el
incansable golpe de los naufragios a la hora del júbilo.
A veces
requiero de anestesia para alcanzar un centímetro
de
felicidad y así reinventar mi cuerpo atribulado.
A ratos,
también, me atrevo a penetrar mis dedos hasta llegar
a la
incertidumbre de la brasa. O la grieta náufraga.
Bien o mal,
me apura la ceniza con su terrible sed de hediondez.
Claro, me
aburren los litorales destrozados del ansia,
aquel
gemido de mujer atada a mis manos.
Supongo que
todo el sinsentido cabe en el absoluto de la desnudez.
Quizás en
la diversidad del fulgor. En el vacío que se desmorona.
En los
vientos de barro destruido, en los lugares públicos
donde
juegan las cucharas vacías. En las boutiques del chantaje.
Juro que
necesito una antorcha para poner en al cielorraso
de
los cementerios.
Del libro “Estación Huidobro”, 2019
©André Cruchaga
©Pintura de Nancy Knight
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