Imagen cogida de la red
VARIACIONES DEL FRÍO
Es necesario, ante el ojo ciego
del vendaval, lavar la ropa y tirar los anzuelos
hacia la salvación del infinito.
Morder las colillas de escarcha hasta el jamás
de lo inenarrable, hasta
estremecer la gota que cuelga del aliento.
Las imágenes del frío tocan,
también, las paredes de la noche.
Cada quien, desde el frío de este
país, amanece vasto de tiempo y peligros.
Un agua súbita llena todas las
esquinas de las sombras, los silencios
y cansancios de lo vívido: hay
gastados abrigos en el boquete del aliento.
Ahora mismo cae la noche con su
ráfaga de túneles.
Alguien empuja nuestros párpados
hacia un remolino de dudosa rotación.
De pronto se siente el peso
inexacto del calendario.
(Desde lo amargo, las manos amarillas del crimen; y la ropa,
después de todo,
sin ninguna duda. ¿Es momento de hacer inventario de los tantos
brazos
que cobijan mis palabras?
Tirita la luz, no los surcos de la almohada, no esta crecida
batalla de ausencias,
no todo lo indemne en los zapatos.)
Desde el lenguaje múltiple de la
niebla, los juegos imposibles de la ternura;
—vos, espejo de la muerte de mis
pájaros desposeída de todos los rescoldos.
Ahora he descubierto el estertor
de ciertos absolutos.
Me sorprende la sombra primera de
los ojos, la rosa de los huesos vacíos,
el frío del polen en esta sequía
de alas heridas.
Uno sabe que también el frío es
desolador en medio de las vísceras…
Barataria, 30.XI.2015
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