Imagen cogida de la red
TELAR
En el susurro de la telaraña de
la noche, el suicido de la locura
y sus huestes al borde del
estiércol. Llevamos días tejiendo esperanzas,
calles, esquinas, miedos.
Todo es tan real cuando
inventamos la alegría (ser las aguas en
el alud
de los párpados); tocar las ojeras florecidas de la agonía, escribir en las manos
extrañas de la orina, sin perder
de vista el imaginario del bisturí.
En el telar de los asedios, el
teatro que nunca acaba de ser comedia.
Siempre es real el hijo pródigo
en el hedor de los cadáveres: quizá un día,
nos quitemos las escamas de la
pesadilla y los días absurdos.
Nosotros masticando el hilo del
dolor desde las cordales, desde el padre
nuestro de las torpezas, desde la
desnudez hundida en el suplicio…
Barataria, 04.VII.2014
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