Imagen cogida de la red
ÁRBOL
Levito bajo la letanía de las hojas: el ojo del follaje cabe
la totalidad
del infinito, —este país profundo en el caracol de la tinta. Este país de sol
y oscuras migrañas, este país de
abejas apuntaladas en la entraña.
Allá en la rosa beatífica, los
espejos transfigurados de la avidez, el doble
retrato del jaguar y la orfandad
enferma de la infancia.
Ya no es tiempo, —me dices—, de
atropellar los sueños en las ramas,
ni de mirar en las vidrieras el
panorama onírico de las vacas flacas.
(En el presente, sin embargo, la juerga atávica de los deseos; el
aparato
de Estado con sus poluciones a quemarropa, los búhos circulatorios
en bandadas.)
¿Qué heredamos de las monedas
empobrecidas?
El delirio desdeña los bolsillos
rotos: la misma historia del grano en el vacío.
Barataria, 27.VII.2014
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