jueves, 16 de diciembre de 2010

HIGHWAY

En la profundidad de las palabras, el lento y hondo rostro de la nieve.
Respiros de frío sobre la noche blanca, —silencio de pájaros en la araña
De los árboles. Cada minuto la piel derrite su propia flama,
Las mudas aceras
Imagen de UTA





HIGHWAY




Se proyectan diapositivas con mi historia
entre el pesado olor del cloroformo
Bajo la niebla del quirófano extrañas aves de colores anidan
PERE GIMFERRER




En la profundidad de las palabras, el lento y hondo rostro de la nieve.
Respiros de frío sobre la noche blanca, —silencio de pájaros en la araña
De los árboles. Cada minuto la piel derrite su propia flama,
Las mudas aceras
De los transeúntes que se pierden en medio de nombres silenciosos.
Desde los cañones de roca y pinos, Taylorville, Alta, Snowbird, Silverlake,
Encallan mis pies, en las altas habitaciones de un acuario de góndolas
Y chaquetas y suéteres.
Hay días de absoluta sal en todos los rieles de Grantville y Tooele County,
Hay días colmados de árboles fríos: vive mi alma con estas lejanías,
Con estos brazos invictos sobre la roca cubierta de sal.
Este mundo de huellas escribe sobre mis pupilas,
—en las noches las ciudades
Cubren su hechura de olvido,
Sus pedacitos de silencio en el cabello.
Abro mi respiración al alud de paraguas que usan los violines de la lluvia.
Ando de un lado a otro. Andamos de un lugar a otro:
Los ojos siempre están sedientos de ternuras, de aire,
De estrellas y hasta de manos
Y brazos, — inmola a menudo el juego del frio sobre la mesa,
Los guantes del calendario, el mantel preservado de las aceras.
Atrás de ventanas transparentes, los pasillos cuelgan de espejos,
Incesante nieve
Picotea los ojos con su obstinada labor de ave.
Lo blanco escupe su persistente madera, las ciudades presentidas
En peces ahogados, el frio suicida inclinándose sobre el césped.
Hay fragmentos de fosforescencia mirándonos; a través de los dedos
Pasan las luces artificiales del calendario.
Todos los días atravieso las calles
Con un sinnúmero de nombres extraños, con esa luz metálica,
Sin escaleras,
Con espacios de largos parpados que se pierden en la escritura.
A veces me detengo en las esquinas para respirar
Sin puertas esta nostalgia
De mirar y no mirar lo que perdura. (Entiendo que todo es efímero.
Lo es el mundo
Y esta densidad de sábanas sobre el cuerpo. Lo es cada reloj y el orgasmo
Que da lugar a las respuestas de la materia.)

Jordan Landing y West Valley devuelven mi devota mirada
De transeúnte enajenado.
Los ojos deslían su oficio de memoria.
Cada noche busco los ríos de mi costumbre:
―la flama promisoria del calor,
El día con sus manos de viento, la casa dispuesta al delirio,
Los dominios del sueño con su realidad incorporada.
De pronto al caminar, me alcanza la lluvia y su errático insomnio
El blanco esmeril de los pasillos y la luna sumida
En una nevada de escalofrío.
De pronto, en los aleros de la demencia, un cigarro me sirve de chimenea.

Salt Lake City, UTAH, diciembre de 2010.

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