Sempre la incertesa mossega els retalons, —les cadires redones
Del destí, els plats peridors del fang.
L’ham dessagnat de les paràboles, la molsa cremada
En la inclemència d’aquests dies, herètic amor per les ferides.
Del destí, els plats peridors del fang.
L’ham dessagnat de les paràboles, la molsa cremada
En la inclemència d’aquests dies, herètic amor per les ferides.
Ilustración tomada de la red
Todo nuestro conocimiento nos acerca a nuestra ignorancia,
toda nuestra ignorancia nos acerca a la muerte,
pero la cercanía de la muerte no nos acerca a Dios.
THOMAS STEARN ELIOT
Sempre la incertesa mossega els retalons, —les cadires redones
Del destí, els plats peridors del fang.
L’ham dessagnat de les paràboles, la molsa cremada
En la inclemència d’aquests dies, herètic amor per les ferides.
Bull als porus el pàlpit dels tatuatges, el desvetlament lliurat
Al rovell, la pàgina de l’orient amb segles d’abisme.
Només la follia m’absol d’aquest fred, tortura la vena trencada del desvariejament,
El mocador en la seua mullada salmorra.
Cadascú sagna en la fugacitat del calendari,
Posmodernitat del descoratge, plaga íngrima en la consciència,
On la llenya agonitza en el seu mateix designi.
Cada rellotge depreda l’alé, —és ahir, hui, el desvariejament, el minut
Embegut de l’esfera, el casc mut dels congostos,
La possibilitat de l’horitzó en la remor de les pedres.
La nit torna la soledat estranya de l’inagafable, joc inevitable
De sagnar en les aigües bellugadisses de la tendresa.
Damunt dels braços vençuts de la saliva, la sang premuda de la vexació,
La quaresma en l’orfenesa redona dels ulls.
Tot és depòsit de boira en la boca miserable del deliri.
Els grills dissipen la glopada dels camins, la despulla dels hisops
Suplicants, el fluir esqueixat de les paraules.
—Som de sobte l’horitzó buidat dels itineraris,
De cas el malson del fanal,
El temps cec dels còdols, el clivell de l’arcà, el rostre
Anònim de la vigília, crit de la pols als ossos.
Al voltant de la ferida, la vertadera nit de les lluernes,
L’astrolabi sense rituals, l’udolament damunt de la pedra fosca. Oferesc
A aquest No-res un got d’aire, l’afany del vertigen, el ventall de l’ocote.
Sorgeix l’aguait com el vinagre dels ganivets, el laberint cec
Del Planeta, —la ruda atapeïda, fosca de les ombres.
Ha sigut una vida sencera el somni total de les llànties: aquesta sensació
De boirina incurable, líquid alambí del secret.
Ha sigut la captivitat dels ossos en la flama, la obliquitat del pòl·len,
La mà enfollida en la sal feridora,
L’àmfora dissemblant de la balança.
La incertesa ha sigut l’ídol de la carn, —el presagi amb teules
De l’enigma, l’arrel trencat de l’engrut, la carícia dels dards.
L’ull no descansa als rellotges, on ets amb l’anell de l’endevinalla,
Porta endreçada en els meus aleteigs, principi d’aquesta esquerda d’espines?
On espurnes per a llavar la meua foscor? On? On?
On gotegen llum els ocells,
I aquest cos suat del llenguatge?...
On?...
Baratària, 29.III.2010
PERPLEJIDADES DE LA NOCHE
Todo nuestro conocimiento nos acerca a nuestra ignorancia,
toda nuestra ignorancia nos acerca a la muerte,
pero la cercanía de la muerte no nos acerca a Dios.
THOMAS STEARN ELIOT
Siempre la incertidumbre muerde los calcañales, —las sillas redondas
Del destino, los platos perecederos del barro.
El anzuelo desangrado de las parábolas, musgo quemado
En la inclemencia de estos días, herético amor por las heridas.
Bulle en los poros el pálpito de los tatuajes, el desvelo entregado
A la herrumbre, la página del oriente con siglos de abismo.
Sólo la locura me absuelve de este frío, tortura la vena rota del desvarío,
El pañuelo en su mojada salmuera.
Cada quien sangra en la fugacidad del calendario,
Posmodernidad del desaliento, llaga íngrima en la conciencia,
Donde la leña agoniza en su propio designio.
Cada reloj depreda el aliento, —es ayer, hoy, el desvarío, el minuto
Embebido de la esfera, el casco mudo de los desfiladeros,
La posibilidad del horizonte en el murmullo de las piedras.
La noche devuelve la soledad extraña de lo inasible, juego inevitable
De sangrar en las aguas movedizas de la ternura.
Sobre los brazos vencidos de la saliva, la sangre apretada del vejamen,
La cuaresma en la orfandad redonda de los ojos.
Todo es depósito de niebla en la boca miserable del delirio.
Los grillos disipan la bocanada de los caminos, el despojo de los hisopos
Suplicantes, el fluir agrietado de las palabras.
—Somos de pronto el horizonte vaciado de los itinerarios,
Acaso la pesadilla del farol,
El tiempo ciego de los guijarros, la grieta del arcano, el rostro
Anónimo de la vigilia, grito del polvo en los huesos.
Alrededor de la herida, la verdadera noche de los tragaluces,
El astrolabio sin rituales, el aullido sobre la piedra oscura. Ofrezco
A esta Nada un vaso de aire, el afán del vértigo, el abanico del ocote.
Surge el acecho como el vinagre de los cuchillos, el laberinto ciego
Del Planeta, —la ruda tupida, oscura de las sombras.
Ha sido una vida entera el sueño total de las lámparas: esta sensación
De bruma incurable, líquido alambique del sigilo.
Ha sido el cautiverio de los huesos en la flama, la oblicuidad del polen,
La mano enloquecida en la sal hiriente,
El ánfora desigual de la balanza.
La incertidumbre ha sido el ídolo de la carne, —el presagio con tejas
Del enigma, la raíz rota del engrudo, la caricia de los dardos.
El ojo no descansa en los relojes, ¿dónde estás con el anillo del acertijo,
Puerta erguida en mis aletazos, principio de esta grieta de espinas?
¿Dónde centellas para lavar mi oscuridad? ¿Dónde? ¿Dónde?
¿Dónde gotean luz los pájaros,
Y este cuerpo sudado del lenguaje?...
¿Dónde?...
Barataria, 29.III.2010
2 comentarios:
Una cascada insuperable de buena poesía, André.
Todo en tu poesía fluye con muchísima fuerza. Abismos poéticos que van a dar a un mar de belleza y conceptos potentes para reflexionar sobre nuestro extraño mundo.
Me ha gustado mucho
Un abrazo
Enhorabuena
Ana
Gracias, Ana, por tu travesía poética en este cielo a caballo también de la poesía. Ah, la noche, eterno tormento de la luz entre las cortinas del cielo. Extraño mundo, ciertamente, este que nos ha tocado vivir.
Mis mejores parabienes para ti,
André Cruchaga
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