domingo, 25 de abril de 2010

ACERAS CIRCULARES

Caminamos con el mismo disfraz de los anillos. Hechos de insólita
Mugre, quemados los nombres en el absurdo de los espejos.
Togados por el sudor de las aceras, —hollín de navajas
Como un jardín náufrago en los ojos.
Autor de fotografía: Pablo Hernández







ACERAS CIRCULARES







When the night has come
and the land is dark
and the moon is the only light we'll see
RAY CHARLES






Caminamos con el mismo disfraz de los anillos. Hechos de insólita
Mugre, quemados los nombres en el absurdo de los espejos.
Togados por el sudor de las aceras, —hollín de navajas
Como un jardín náufrago en los ojos.
[Sucede que de pronto me encuentro con Alicia hablando de gatos
Y perros y el lagarto Bill y la Oruga Azul. De pronto, también,
El carrusel de los tejados, los charcos de los ojos en el murmullo
De las aceras, y el pecho circular de la niebla.]
Suben los círculos oscuros a la garganta. A la huella doliente de siempre,
A ese despertar en el mismo sitio después de caminar a través
De las manos del azogue.
La misma rueda de caballitos sustentando los sueños.
La semilla sorda del ahogo. Las líneas redondas de la inclemencia.
Sonreímos a las ojeras mortecinas; jugamos la misma infancia
De las bóvedas; forjamos el grito en la perilla de los andamios.
En la sombra de los ojos, la hora cero de las jarcias. Permanezco
En la redondez olvidada del agua, —en el tacto que han dejado
Las pelotas en los terrones de los pies.
Este ir y venir en el columpio de la redondez, en las monedas desgastadas
Del sol, en el bostezo mudo de los ascensores.
[Sucede que al caminar por todos estos imposibles, pienso
En las aceras de países extranjeros. Pienso en vos con la nostalgia
De mis pupilas. En la pira subterránea que desvela los rescoldos.
Pienso en la misma lámpara de la trementina, en la orfandad
Que dejan los barcos en los muelles, en lo inevitable que es el olvido,
Cuando el calendario respira los mismos días de la semana.
Sucede que la respiración es una tormenta sobre las sábanas.]

Demencial resulta el entresueño en las aceras.
Las aceras de ayer y hoy sin olvido.
La vida dependiendo del cordón umbilical de la buena suerte.
Vamos. Venimos. Los mismos espejismos. Los mismos duelos y miedos.
Vamos. Venimos. El amor en su propia ergástula.
La vigilia al acecho del aliento. Esta redondez del clavo sobre la armadura,
Las nueces corrosivas del ansia,
El ala que no cesa en su obseso presagio de trasmallo.
Siempre estamos volviendo a la misma latitud del océano.
Siempre el charco convulso de los zapatos y los tejados.
Siempre azarosos con esta hambre de olvido. Siempre abriéndonos
Al mismo círculo de la locura: bocas, batallas inverosímiles…
Barataria, 11.IV.2010

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