jueves, 15 de abril de 2010

PREMONICIÓN DEL ESCOMBRO

Autor de la fotografía: Manuel Mata Oliver








PREMONICIÓN DEL ESCOMBRO







I'm worse at what I do best
And for this gift I feel blessed
Our little group has always been
And always will until the end…
NIRVANA








Alrededor del hollín nos volvemos pasajeros incómodos. Encontramos
Las sillas patas arriba de las calles, frágiles nombres aferrados
A la desmemoria. La noche envuelve la moneda de los sueños.
De pronto en pasillos de oscuras palabras, las puertas anclan
Su artificialidad de salmuera.
Alguien cruza hasta la obscenidad, el hábito del canibalismo y la alevosía.
Nadie duerme sustituida las banderas por el grito.
En las espigas del tiempo, la luna bebe los nudos mojados
De la espera. Bebe las sábanas con tantas escenas de sombras.
Los años de oquedad sólo sirven para prolongar la agonía, el tarro
Hundido del crepúsculo, la saliva sobre la piel, la miel agria de la piñuela,
El tamarindo desprendido de la piel,
El cordero oprimido de las arrugas, los dobleces esqueléticos
De los cuadernos, los fetos secretos en museos, esta inocencia doliente
En su trino. —Este barullo de fronda y viento y sal de hojarasca.
—[Rota la vena, se avizoran las heridas: el juelgo de miradas
Perseguidas. La mordida en el vacío del pecho. Los jardines de tu pubis
Que traspasaron los violines. La cereza de la lágrima anochecida
Por puñales. Las viejas depredaciones de las ardillas. El dichosofuí
Del sudor decrépito. La cercanía tan lejos de las tejas.
¿En qué oscuridad vive la muerte de las palabras? ¿Qué hangar
De mordiscos habita la Esperanza, los muslos que regué con la lengua
De la locura, con los sombreros de cada gota de azúcar?]
Ha llegado la tempestad de los pañuelos a los caracoles. Llega la noche
Con sus grillos, con el oído roto de las sonajas.
Ha llegado la noche como caballos sin estribos, como sofoco de arados.
Largas líneas de agonía braceando en la sed.
Aquí no hay ángeles que suavicen el pavimento o las calles empedradas.
Aquí boca abajo la ruleta rusa de la conciencia.
Aquí los breñales sin petates, aparejo de los ojos, sedimento de polvo
En valijas de olvidados pasajeros.
Aquí los dedos buceando en la última muerte. —la estación urgida
De los metabolismos, con los zapatos rotos del viento.
Aquí de pronto esponjamos la luz como la espuma, aunque
Los párpados caigan en el desatino. —Aunque todo sea, la hoja de sal
Lamida por el pecho. Aunque todo sea mercado de cactus
La nube ahogada en las campanas.
Aquí transpira el invierno de los muertos. Y ese barco del pecho
Que se lleva todos los suspiros. Aquí te quedas en pedazos de grito,
Mordiendo la trenza de los nidos, ese callar imposible que no cesa
En el sollozo…
Barataria, 10.IV.2010

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