Silencio en el bosque, composición de AC
_______________Siempre el silencio
Siempre el silencio y la luna de medianoche
Colgando de las vértebras de este fatídico
Calendario. Desde siempre el pecho combate
Contra la distancia, —esa que sólo se ve
A través de las ventanas y la joroba
De la estribaciones, esa que está ahí enredada
En mi propia tempestad humana.
Lejos hoy el lenguaje en su levedad de pluma;
Y en cambio una pesada puerta de hipnosis.
La vida nos aventó como una ola para
Reventar nuestros pechos en la sal del tiempo:
—ni uno ni el otro escapó del vértigo;
La sangre en su resignado espacio,
Perdió el prodigio de los arco iris. Sólo existe
En nuestra propia alacena de las manos:
Silencios prolongados, y lo peor, hicimos
De ese silencio adusto una férrea armadura
Como un artificio para ocultar la aventura del cierzo.
—pero el silencio se vuelve una agonía
En la propia respiración: la noche tendida
En los sueños torna oscura la raíz del día
Y los signos de la luz cambian a cirios funerarios.
Es esto lo que hicimos del aliento y el deseo.
El aire muerde los ojos mientras uno contempla
La voz ensimismada de los pasos que no fueron:
—Fue un poco caminar de espaldas;
Y en los zapatos la zozobra, el agua convirtiendo
El aliento en catástrofe, el mundo hablando
Por nosotros en medio de calles de populosa neblina.
Nunca el silencio se construyó a falta de palabras,
También la inmovilidad de las pupilas,
Pronunció al aire su discurso de murmullos
Encadenados. —También la sonrisa bajó su propia
Intensidad de marea y los senos dejaron
De alumbrar el camino hacia la boca del fuego.
De hoy a mañana el lenguaje es la herida.
Los recuerdos son hangares de galopes o,
Sencillamente, abejas masticando las pupilas.
Para mañana arrastraremos un día cansado:
Tendremos nubes y piedras en la lengua, y hasta
Unas manos demasiado frágiles para sostener
El mundo. Pero es lo que plantamos. Y nada
Es ya cierto cuando las campanas han perdido
El suspiro y el pabilo del alba cuelgan
Como un crucifijo en banderas de incierta
República. Es lo que tenemos: miseria en vez
De palabras; bolsillos sin monedas;
Vagones sin una gramática precisa; —lienzos, diría,
De una risa sin luciérnagas, de trenes sin rieles
Por donde el aliento sangra y nunca amanece.
Tu mirada también es silencio
En la yema de mis dedos, pero tu ombligo
Se ha quedado pegado a mis retinas…
Barataria, 16.XII.2008
_______________Siempre el silencio
Siempre el silencio y la luna de medianoche
Colgando de las vértebras de este fatídico
Calendario. Desde siempre el pecho combate
Contra la distancia, —esa que sólo se ve
A través de las ventanas y la joroba
De la estribaciones, esa que está ahí enredada
En mi propia tempestad humana.
Lejos hoy el lenguaje en su levedad de pluma;
Y en cambio una pesada puerta de hipnosis.
La vida nos aventó como una ola para
Reventar nuestros pechos en la sal del tiempo:
—ni uno ni el otro escapó del vértigo;
La sangre en su resignado espacio,
Perdió el prodigio de los arco iris. Sólo existe
En nuestra propia alacena de las manos:
Silencios prolongados, y lo peor, hicimos
De ese silencio adusto una férrea armadura
Como un artificio para ocultar la aventura del cierzo.
—pero el silencio se vuelve una agonía
En la propia respiración: la noche tendida
En los sueños torna oscura la raíz del día
Y los signos de la luz cambian a cirios funerarios.
Es esto lo que hicimos del aliento y el deseo.
El aire muerde los ojos mientras uno contempla
La voz ensimismada de los pasos que no fueron:
—Fue un poco caminar de espaldas;
Y en los zapatos la zozobra, el agua convirtiendo
El aliento en catástrofe, el mundo hablando
Por nosotros en medio de calles de populosa neblina.
Nunca el silencio se construyó a falta de palabras,
También la inmovilidad de las pupilas,
Pronunció al aire su discurso de murmullos
Encadenados. —También la sonrisa bajó su propia
Intensidad de marea y los senos dejaron
De alumbrar el camino hacia la boca del fuego.
De hoy a mañana el lenguaje es la herida.
Los recuerdos son hangares de galopes o,
Sencillamente, abejas masticando las pupilas.
Para mañana arrastraremos un día cansado:
Tendremos nubes y piedras en la lengua, y hasta
Unas manos demasiado frágiles para sostener
El mundo. Pero es lo que plantamos. Y nada
Es ya cierto cuando las campanas han perdido
El suspiro y el pabilo del alba cuelgan
Como un crucifijo en banderas de incierta
República. Es lo que tenemos: miseria en vez
De palabras; bolsillos sin monedas;
Vagones sin una gramática precisa; —lienzos, diría,
De una risa sin luciérnagas, de trenes sin rieles
Por donde el aliento sangra y nunca amanece.
Tu mirada también es silencio
En la yema de mis dedos, pero tu ombligo
Se ha quedado pegado a mis retinas…
Barataria, 16.XII.2008
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