Fotografía: Donald Aguirre, USA
Semillas de la noche cubren los pabilos.
Aquí los gritos encendidos de pólvora:
Estelas de humo quemando el libro del pecho;
Los papeles rotos a la deriva del viento.
Cuando las sienes palpitan —digo: déjame
Caminar por estas calles parecidas al invierno
Y ver las luces que llagan mis pupilas.
No huyo y pareciera que así existiera:
Siempre yendo colgado de tantos recuerdos;
Siempre en el mismo sitio sin ganar ni perder,
Pues ya dejé mis zapatos en las esquinas,
Acaricié los sueños en los rincones de la brisa:
Anduve siempre alejándome del grito.
Una caricia fue lo único que tuve de camisa;
(Una sóla en miles de años).
Todavía el espejo no ha desgastado su nombre.
La noche plena me entrega el cuaderno
De la calle, —ese raro cuaderno donde se gastan
Mis ojos: este diciembre es terco y cruel:
Despierto me detengo a respirar en las vitrinas;
Pero ahí no hay analgésicos para dormir
A Santa Claus y quitarle la respiración
De un juguete aunque la cara se vuelva papel
Pintado por la sal que los ojos escriben en la cara.
Pronto pasará —digo este mirar con sigilo
E impaciencia las luces que penden de los árboles.
Mientras tanto la noche es larga, inmensa.
Alrededor hay niños felices y hay también
Niños tristes que anhelan en su llanto
Lo que la infancia les reclama…Todos esperan
El final de la noche. Todos en la monotonía
De la risa, olvidan la ilusión de los regalos.
¿Dónde está esa noche buena sin ilusiones?
¿Dónde los sueños dibujando nuevos rostros?
La miseria pasa la mano como un ventarrón:
—a menudo las navidades son más tristes
Que los ojos cerrados de los féretros y mausoleos.
La infancia se desvanece en esta noche
Donde no siempre la piedad se revela en un juguete.
Y así pasan las otras noches y las otras navidades:
Siempre habrá alguien que no reciba una sonrisa,
Ni un prójimo que se detenga a ver las horas
Que bostezan en la lengua de la noche y las luces.
Si esta noche es así de imposible, sólo me queda
—aunque lo deteste— la tristeza, y quedarme
Con la inocencia palpando al viento que pasa sin estribos
Por todos los terrones de mi carne.
Barataria, 24.XII.2008
__________________Semillas de la noche
Semillas de la noche cubren los pabilos.
Aquí los gritos encendidos de pólvora:
Estelas de humo quemando el libro del pecho;
Los papeles rotos a la deriva del viento.
Cuando las sienes palpitan —digo: déjame
Caminar por estas calles parecidas al invierno
Y ver las luces que llagan mis pupilas.
No huyo y pareciera que así existiera:
Siempre yendo colgado de tantos recuerdos;
Siempre en el mismo sitio sin ganar ni perder,
Pues ya dejé mis zapatos en las esquinas,
Acaricié los sueños en los rincones de la brisa:
Anduve siempre alejándome del grito.
Una caricia fue lo único que tuve de camisa;
(Una sóla en miles de años).
Todavía el espejo no ha desgastado su nombre.
La noche plena me entrega el cuaderno
De la calle, —ese raro cuaderno donde se gastan
Mis ojos: este diciembre es terco y cruel:
Despierto me detengo a respirar en las vitrinas;
Pero ahí no hay analgésicos para dormir
A Santa Claus y quitarle la respiración
De un juguete aunque la cara se vuelva papel
Pintado por la sal que los ojos escriben en la cara.
Pronto pasará —digo este mirar con sigilo
E impaciencia las luces que penden de los árboles.
Mientras tanto la noche es larga, inmensa.
Alrededor hay niños felices y hay también
Niños tristes que anhelan en su llanto
Lo que la infancia les reclama…Todos esperan
El final de la noche. Todos en la monotonía
De la risa, olvidan la ilusión de los regalos.
¿Dónde está esa noche buena sin ilusiones?
¿Dónde los sueños dibujando nuevos rostros?
La miseria pasa la mano como un ventarrón:
—a menudo las navidades son más tristes
Que los ojos cerrados de los féretros y mausoleos.
La infancia se desvanece en esta noche
Donde no siempre la piedad se revela en un juguete.
Y así pasan las otras noches y las otras navidades:
Siempre habrá alguien que no reciba una sonrisa,
Ni un prójimo que se detenga a ver las horas
Que bostezan en la lengua de la noche y las luces.
Si esta noche es así de imposible, sólo me queda
—aunque lo deteste— la tristeza, y quedarme
Con la inocencia palpando al viento que pasa sin estribos
Por todos los terrones de mi carne.
Barataria, 24.XII.2008
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