André Cruchaga, El Salvador
Las palabras miran…
Las palabras se hacen
OCTAVIO PAZ
El tiempo cambia las palabras por distintos
Artefactos; a menudo uno desconfía de ellas
Y opta por un lenguaje más contundente.
Las banderas en los cónclaves tienen sentido
Sólo para darle oficio al viento, no para
Levantar la voz de las naciones. Uno desconfía
De la saliva en los micrófonos,
De la distribución en el mundo de los pájaros,
De las distancias a la hora de posar
Para la fotografía oficial en un cielo donde
Hoy hay muchas revelaciones apocalípticas.
A la vuelta de la esquina la tempestad global
Nos enreda con su tifón de barbas blancas.
El tiempo cambia las palabras: hay una
Especie de hipnosis colectiva atravesando
El subconsciente, en la gruta del escalofrío,
Hay quien mastica la sangre de las puertas
Y deja cadáveres espantados en las aceras.
Pero también hay buenos signos
Para las palabras: ahora ya se habla, de quitar
Embargos y desbloquear la libertad
Que durante años estuvo sumida en la noche
De las falacias. Largos años de levantar,
En forma despiadada, los dedos de la mano,
Y erigir sanguinarios muros de granito.
Ahora los zapatos son un arma contundente
Y ponen en tela de juicio las palabras:
Ayer nomás era difícil desatar la ira de los ríos;
Hoy los ríos son una aventura en las palabras.
Ahora, de qué se duda: ¿del tiempo, del miedo?
Tanta agonía hizo visible al planeta,
Tanta fatiga en la respiración está cambiando
Los sueños que hemos tenido en pedazos.
Las palabras no son suficientes para quitarnos
La sombra del gigante, no lo son después
De tener una funeraria en el pecho y deambular
En los diversos nombres del miedo. Pero
Las palabras frente a cada espejo son semillas:
Aunque el aire las encabrite de otros artefactos
Y no las usemos para la defensa legítima
De la fosforescencias de las luciérnagas.
En los grandes foros y en los púlpitos sangran.
El poder las usa en sus estratagemas;
Nunca, o casi nunca, para darle fuerza a la luz
De la esperanza que tanta falta nos hace
Cuando los sistemas zozobran en la tormenta.
Las palabras son el signo de los tiempos:
Pueden ser estrellas en medio de la catástrofe
O barcos, o neblina o, relinchos para atravesar
La populosa ceniza del ruido.
Son ojos y éter y banderas. Son ese universo
De lámparas para iluminar los senderos
Sin necesidad de botellas y zapatos…
Pero están ahí rompiendo los calcetines
Y nombrando al asesino con la más enérgica
Pupila de sus sílabas…
Barataria, 18.XII.2008
________________El tiempo cambia de palabras
Las palabras miran…
Las palabras se hacen
OCTAVIO PAZ
El tiempo cambia las palabras por distintos
Artefactos; a menudo uno desconfía de ellas
Y opta por un lenguaje más contundente.
Las banderas en los cónclaves tienen sentido
Sólo para darle oficio al viento, no para
Levantar la voz de las naciones. Uno desconfía
De la saliva en los micrófonos,
De la distribución en el mundo de los pájaros,
De las distancias a la hora de posar
Para la fotografía oficial en un cielo donde
Hoy hay muchas revelaciones apocalípticas.
A la vuelta de la esquina la tempestad global
Nos enreda con su tifón de barbas blancas.
El tiempo cambia las palabras: hay una
Especie de hipnosis colectiva atravesando
El subconsciente, en la gruta del escalofrío,
Hay quien mastica la sangre de las puertas
Y deja cadáveres espantados en las aceras.
Pero también hay buenos signos
Para las palabras: ahora ya se habla, de quitar
Embargos y desbloquear la libertad
Que durante años estuvo sumida en la noche
De las falacias. Largos años de levantar,
En forma despiadada, los dedos de la mano,
Y erigir sanguinarios muros de granito.
Ahora los zapatos son un arma contundente
Y ponen en tela de juicio las palabras:
Ayer nomás era difícil desatar la ira de los ríos;
Hoy los ríos son una aventura en las palabras.
Ahora, de qué se duda: ¿del tiempo, del miedo?
Tanta agonía hizo visible al planeta,
Tanta fatiga en la respiración está cambiando
Los sueños que hemos tenido en pedazos.
Las palabras no son suficientes para quitarnos
La sombra del gigante, no lo son después
De tener una funeraria en el pecho y deambular
En los diversos nombres del miedo. Pero
Las palabras frente a cada espejo son semillas:
Aunque el aire las encabrite de otros artefactos
Y no las usemos para la defensa legítima
De la fosforescencias de las luciérnagas.
En los grandes foros y en los púlpitos sangran.
El poder las usa en sus estratagemas;
Nunca, o casi nunca, para darle fuerza a la luz
De la esperanza que tanta falta nos hace
Cuando los sistemas zozobran en la tormenta.
Las palabras son el signo de los tiempos:
Pueden ser estrellas en medio de la catástrofe
O barcos, o neblina o, relinchos para atravesar
La populosa ceniza del ruido.
Son ojos y éter y banderas. Son ese universo
De lámparas para iluminar los senderos
Sin necesidad de botellas y zapatos…
Pero están ahí rompiendo los calcetines
Y nombrando al asesino con la más enérgica
Pupila de sus sílabas…
Barataria, 18.XII.2008
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