Ilustración: René Magritte.
…lo que era todo tiene que ser nada.
Nada me dice que todo cambie
Frente a los espejos de la cárcel
Y a los entumecidos barrotes del destino
Nada me dice el escalpelo envuelto en el otro yo
Nada la tormenta de la oscuridad de ayer
Encerrada en la jaula del tic tac
Sin embargo quiebra la garganta y se gime
Voy a dejar el reino del vacío
Para acostarme sobre la hierba
Quizá para abrir el abanico de otros espejismos
Voy a ladrarle al mar
Para beber una eternidad mojada
Y encender su hoguera de espuma
Ángeles o demonios sucumben en féretros
Pájaros emancipados
Bocas petrificadas
Y sin embargo horadados por rotas constelaciones
Voy a partir con la torcaza de las palabras:
Sé que es un rito peligroso
Pero a fin de cuentas es saltar sobre los muros
Nadie sabrá que traspasé el enigma de la noche:
La memoria con su bandera de calendarios
La sangre que está en el vaho del relevo
Aquel retrato sepia disputado por la polilla
Aquel miedo de no saberse de este mundo
Voy a resignarme a la promesa de los aniversarios
Aunque haya dejado de celebrarlos hace mil años
De todas formas ya olvidé quien fui:
El corazón flota entre roídas telarañas
La soledad tiene la espesura de las lápidas
Y el largo trayecto de la piedra al balasto
Ahora vivo los fuegos augurales del náufrago
Y ese torrente de ventanas inventadas
Que dá el vértigo del abandono
Voy a partir como siempre: Sin intinerarios
Lento en andar pese a la marea alta
Pese a que me corroe el féretro del miedo
Y el relámpago seco clavado en las manos
“Así, pues, despídome de los caballos,…
los pájaros, el gato y sus costumbres. Déjame
una vez más mirar las flores y la lluvia. Es este
el trágico instante en que uno descubre
el delirio misterioso de las cosas, sus raíces secretas,
el instante supremo de decir adiós a cuanto se adoró
en esta vida”.
Déjame debatir con mis propias sombras
Déjame decir un adiós indefinido
Deja que se muera “la danza del deseo”
Y con ella su alarma de huracanados fuegos…
Barataria, 13 de febrero de 2004.
Elegía séptima
…lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo me queda el goce de estar triste,…
Jorge Luis Borges
Nada me dice que todo cambie
Frente a los espejos de la cárcel
Y a los entumecidos barrotes del destino
Nada me dice el escalpelo envuelto en el otro yo
Nada la tormenta de la oscuridad de ayer
Encerrada en la jaula del tic tac
Sin embargo quiebra la garganta y se gime
Voy a dejar el reino del vacío
Para acostarme sobre la hierba
Quizá para abrir el abanico de otros espejismos
Voy a ladrarle al mar
Para beber una eternidad mojada
Y encender su hoguera de espuma
Ángeles o demonios sucumben en féretros
Pájaros emancipados
Bocas petrificadas
Y sin embargo horadados por rotas constelaciones
Voy a partir con la torcaza de las palabras:
Sé que es un rito peligroso
Pero a fin de cuentas es saltar sobre los muros
Nadie sabrá que traspasé el enigma de la noche:
La memoria con su bandera de calendarios
La sangre que está en el vaho del relevo
Aquel retrato sepia disputado por la polilla
Aquel miedo de no saberse de este mundo
Voy a resignarme a la promesa de los aniversarios
Aunque haya dejado de celebrarlos hace mil años
De todas formas ya olvidé quien fui:
El corazón flota entre roídas telarañas
La soledad tiene la espesura de las lápidas
Y el largo trayecto de la piedra al balasto
Ahora vivo los fuegos augurales del náufrago
Y ese torrente de ventanas inventadas
Que dá el vértigo del abandono
Voy a partir como siempre: Sin intinerarios
Lento en andar pese a la marea alta
Pese a que me corroe el féretro del miedo
Y el relámpago seco clavado en las manos
“Así, pues, despídome de los caballos,…
los pájaros, el gato y sus costumbres. Déjame
una vez más mirar las flores y la lluvia. Es este
el trágico instante en que uno descubre
el delirio misterioso de las cosas, sus raíces secretas,
el instante supremo de decir adiós a cuanto se adoró
en esta vida”.
Déjame debatir con mis propias sombras
Déjame decir un adiós indefinido
Deja que se muera “la danza del deseo”
Y con ella su alarma de huracanados fuegos…
Barataria, 13 de febrero de 2004.
Del libro inédito: Elegías.
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