Ilustración: Marcel Duchamp.
Elegía segunda
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Cesare Pavese
Siempre me envuelven los recuerdos y suspiro…
Calles y mundo se apartan ciegos.
Nadie ve cuando pido una mirada.
Nadie ve al niño limpiando un parabrisas.
Ni el frío hermanado con la muerte.
Nadie ve al sonámbulo depredador de las calles,
Al pan con tizne atisbando la boca.
Ahora las nubes se derrumban en sombras,
El libro horadado se cae de las manos.
Ahora la lluvia del alma rompe los cristales.
Las ventanas se descuelgan de mis ojos,
Y caen como el tizne de una chimenea.
Quizá nunca sepas la tortura del desvarío,
Ni el soplo de los sentidos en los desvelos de Bach.
Nunca verás los pájaros salados escapando de los ojos,
Ni el pañuelo de deseos fecundado de océanos.
Nada podrá desgarrar ya las venas,
Si lo hizo oportunamente la zarza del abandono.
Ambos morimos bajo piedras ciegas.
¡Qué más da ahora que la siembra y la semilla se pudran,
y el parpadeo se torne en un pozo de ruinas!
¡Qué más da un lecho de féretros,
Si desde siempre cargué huesos herrumbrosos!
¡Qué más da que el aire sea monótono,
Y la vida un eco de cruces ciegas, un eco del tizne y la polilla!
Inútil es sentirse vivo, en medio de tanta crisis mundial,
Cuando el tiempo nos embiste con rígidas sábanas.
Sólo espero que esta cadena de la noche,
Haga de la tumba del pecho una gozosa obertura
Para el gris de la ternura,
Y al menos se convierta en un insomnio de violines.
Sólo espero la ceniza del recuerdo,
Para no manchar las paredes de los sueños
En desordenado graffiti,
Ni abra espectros para celebrar velorios.
Ahora somos seres deshaciéndonos bajo tierra:
Segamos y sangramos y nos obstinamos a los días;
Solitarios centelleamos en lo oscuro como pequeñas luciérnagas.
Nos salieron pústulas y nos dio gangrena.
Nos despojamos de la ropa y la lluvia reptó,
Hasta desteñir la piel y hacer fango en muslos y armiño.
Ahora desde el fondo del traspatio,
Hay rieles de inexorables locomotoras
Que sólo el subconsciente sabe que se alejan…
Barataria, 24012004.
Elegía segunda
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Cesare Pavese
Siempre me envuelven los recuerdos y suspiro…
Calles y mundo se apartan ciegos.
Nadie ve cuando pido una mirada.
Nadie ve al niño limpiando un parabrisas.
Ni el frío hermanado con la muerte.
Nadie ve al sonámbulo depredador de las calles,
Al pan con tizne atisbando la boca.
Ahora las nubes se derrumban en sombras,
El libro horadado se cae de las manos.
Ahora la lluvia del alma rompe los cristales.
Las ventanas se descuelgan de mis ojos,
Y caen como el tizne de una chimenea.
Quizá nunca sepas la tortura del desvarío,
Ni el soplo de los sentidos en los desvelos de Bach.
Nunca verás los pájaros salados escapando de los ojos,
Ni el pañuelo de deseos fecundado de océanos.
Nada podrá desgarrar ya las venas,
Si lo hizo oportunamente la zarza del abandono.
Ambos morimos bajo piedras ciegas.
¡Qué más da ahora que la siembra y la semilla se pudran,
y el parpadeo se torne en un pozo de ruinas!
¡Qué más da un lecho de féretros,
Si desde siempre cargué huesos herrumbrosos!
¡Qué más da que el aire sea monótono,
Y la vida un eco de cruces ciegas, un eco del tizne y la polilla!
Inútil es sentirse vivo, en medio de tanta crisis mundial,
Cuando el tiempo nos embiste con rígidas sábanas.
Sólo espero que esta cadena de la noche,
Haga de la tumba del pecho una gozosa obertura
Para el gris de la ternura,
Y al menos se convierta en un insomnio de violines.
Sólo espero la ceniza del recuerdo,
Para no manchar las paredes de los sueños
En desordenado graffiti,
Ni abra espectros para celebrar velorios.
Ahora somos seres deshaciéndonos bajo tierra:
Segamos y sangramos y nos obstinamos a los días;
Solitarios centelleamos en lo oscuro como pequeñas luciérnagas.
Nos salieron pústulas y nos dio gangrena.
Nos despojamos de la ropa y la lluvia reptó,
Hasta desteñir la piel y hacer fango en muslos y armiño.
Ahora desde el fondo del traspatio,
Hay rieles de inexorables locomotoras
Que sólo el subconsciente sabe que se alejan…
Barataria, 24012004.
Del libro inédito: Elegías.
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