miércoles, 5 de mayo de 2021

LA ESPINA Y SU INFINITUD

 

Imagen FB de Pere Bessó



LA ESPINA Y SU INFINITUD

 

 

aún queda mucho tiempo por delante:

entre dos luces pueden verse aún

jirones de las sombras que llevamos.

Carlos Pujol

 

 

Nada es nuevo en esta polución de huesos sobre la hoja que desciende

del recuerdo, ni viejo el árbol desnudo del invierno

en su espeso sendero de tierra, estanque donde leemos espejismos.

En medio del agua de río, procuramos limpiar el muro de piedra

que respiramos en un firmamento de noche-día, paraíso y muerte.

En la tumba de nubes de la tormenta, saqueamos el nicho de la sombra

de la morfología tantas veces presente de la duda.

Nunca dije que fuera fácil cruzar el bosque de fuego y a su vez callar

la tormenta posterior a las asimetrías de la expiración.

En todo hay un juego perverso en un desierto de criptas circulares,

una cueva que nos pierde, un infierno obsesivo de asedios.

En la luz de la undécima hora necesitamos reinventar los precipicios,

o, al menos, obligarnos a dar testimonio del destiempo que sabe

a atrocidad, arrecia la bruma y nos acribilla, mordisquea el forcejeo.

Ya desde la entraña, la espina empieza con su infinitud.

Ya desde la cadena, uno solo percibe los excesos del delirio.

.

Del libro: ‘Fuego de llaves invisibles’, 2021

©André Cruchaga


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