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PRESAGIO DE
LA ANGUSTIA
Ya solo me queda la escarcha del sudor de todos
aquellos días.
Llevamos a cuestas la tragedia de los ataúdes y la
oscuridad
de una tragedia: grito sobre la pared de fuego de la
rosa,
o sobre los guantes tumbados en mi boca.
frente a la túnica de las furias, los barrotes secos
de la esperanza.
—Ahora ya no menciono la quemadura de peces en la
piel,
ni el azufre de tu sangre en mis brazos, ni la tierra
que nos espera
por igual, en la hora undécima del filo.
Voy solo y en silencio poniendo la otra mejilla. Cesa
la luz.
Voy con mis zapatos mortales, hacia el mayo de mi
natalicio.
Del libro: Umbral
de la sospecha, 2020.
©André Cruchaga
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