En cada periplo corcovean los cascos de la respiración, es el pétalo de la cópula,
el búho escarlata diluido en las manos, el modo en que el poema,
sexo puro, marcha al llamado de la mesa.
Imagen tomada de la página virtual/pantallas.net
FUGA DEL POEMA
Detrás de la tinta el escriba marca los desafíos de la sangre, la última ruleta de las canicas sobre la hoja de tierra que yace en el anhelo; siempre el azar envuelve las pupilas, allí donde la luz muerde las estaciones transversales de las sienes, donde estalla el huevo placentario de la destrucción formal de las ventanas en los ojos. De la mano se escapan los pájaros de la caligrafía, la turquesa del oleaje que se enhebra a 360 grados en el guante desdeñado de las migajas del camino; del agua oscura, del dolor salen los senos doblemente distanciados de la sábana, como una libélula muerden los tejidos de la página. En cada periplo corcovean los cascos de la respiración, es el pétalo de la cópula, el búho escarlata diluido en las manos, el modo en que el poema, sexo puro, marcha al llamado de la mesa. No sé si hay misterio en estos trenes momificados. No sé si la existencia traviesa la piedra de moler, el mazo y la piladera, el antifaz del arco iris, el siempre candil sobre manteles giratorios. Luego el poema permanece como un memorándum flotando en alguna escalera, en un bosque a contraluz del césped: para no olvidarme de las pestañas, disuelvo los cuarenta días del desierto y tiro mi lanzallamas al grito, al vacío. Te vas pero el granero queda lleno: en cada línea del poema no hay platos fúnebres, sino un saco de sed, próximo al fuego, un paraguas rescatado a la hora del cierzo.
Barataria, 31.V.2012
2 comentarios:
Y yo me empapé de tus letras sedientas próximas al fuego.
Un abrazo.
Mercedes.
Gracas, Nercedes, por tu visita y comentario. En este ir y venir, la fuga del poema,el caballo de la tinta en posesión del vuelo.
Un abrazo agradecido.
André Cruchaga
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