martes, 28 de septiembre de 2010

FRAGILIDAD DEL CUERPO

Dejo que pasen los días derrotados. Los vencidos, los que nunca
Amanecieron. Fotografías desembocadas en el sueño.
Dejo que las sombras traspasen el umbral de la puerta, el quicio
De los calcañales, la palabra artificial de las anclas.
Después de todo, nunca estuviste aquí, junto a mi torpeza.
Imagen de André Cruchaga






FRAGILIDAD DEL CUERPO






Serán memoria y piel de mi presente
o sólo humillación, herida intacta.
LUIS GARCÍA MONTERO






Dejo que pasen los días derrotados. Los vencidos, los que nunca
Amanecieron. Fotografías desembocadas en el sueño.
Dejo que las sombras traspasen el umbral de la puerta, el quicio
De los calcañales, la palabra artificial de las anclas.
Después de todo, nunca estuviste aquí, junto a mi torpeza.
Nunca tu cuerpo indeciso en las mañanas amarillas, con tu caracol
Detenido en la yerba.
Caminamos solitarios largas jornadas de frío y sed.
Sin superficie firme el cartucho del calendario de los brazos.
Nos habituamos al paraguas deshabitado de la fragilidad,
A la primera sombra de la noche ocupando las ventanas.
Ahora se hace más difícil caminar entre calles con escenas criminales:
(Pululan las armas y el crac como viejas meretrices).
De silencios inocentes, pasamos a ser silencios obligados.
A cada rato, sin quererlo, tropezamos con la muerte:
—Es así de simple vivir en medio de este caos vertiginoso.
Es así de simple la fotografía tuya que no miro desde los albores
Gastados del tiempo.
Al final es inútil el manifiesto de los pálpitos.
Las conversaciones boca a boca que tuvimos en los astilleros.
En el tren líquido del sudor. En la posta del rocío.
—¿De qué adjetivos, de qué fechas, puedo acordarme, de qué bodega
De palabras en la extensión de la noche?
(El tiempo de lo vivido se nos va en cuestión de segundos.
Viene la colilla cansada de ceniza. Vienen los lugares de la noche.)

¿Es posible tanta fragilidad sin convalecencia?
Crímenes que llegan hasta los hospitales y en el anonimato.
Certezas que solo se descubren en el entresueño de la almohada.
De hecho, la debilidad del labio nos delata.
Tanta piel cansada de los recuerdos. Tanta suciedad en las manos.
Perdimos bajo el armario de la trementina los días felices.
Nos muerde la mano insomne del desabrigo. El moho que nos hace
Presentir días peores,
La respiración que de pronto se ahoga debajo de las sábanas.
Uno, al final, no sabe qué destino tendrán las calles y las fotografías.
La truculencia, el engaño, los días solemnes, los toldos de guijarros
Colgados de las vigas de nuestras sienes.
Más allá de todo esto, sabes que zumban como moscardones los temores:
Los miedos, los sigilos, la incertidumbre.
(Sabes que “los fuegos inhumanos” nos acechan hasta el vértigo;
Vertimos la tristeza ceñida en los brazos.)

Quizá nunca podamos sobrevivir a la tormenta del designio.
Quizá el frío sea nuestra propia telaraña en la memoria.

Barataria, 26.IX.2010

6 comentarios:

Marina Centeno dijo...

"De silencios inocentes, pasamos a ser silencios obligados".

...llevo este verso conmigo a dar un paseo entre mis andanzas rutinarias...regreso.

Bon jour, Poeta.
Marina Centeno.

André Cruchaga dijo...

Unos más, otros menos,a menudo tenemos que navegar, anidad, arropar tantos silencios. Y en ésto, nada tiene que ver el que calla otorga.

Así, el silencio se vuelve una mapa en la memoria. Cubre ilusiones y sentimientos, pero también ayuda orgánicamente a olvidar.
Imaginemos, pues, al silencio, como una sombra de pétalos mientras existamos.

Te agradezco el comentario,

André Cruchaga

Marina Centeno dijo...

Es el silencio un mundo necesario-André-, un refugio cálido, que abre sus brazos para arroparnos. Porque sobra viento en cada huracán, pero jamas silencio.

Yo suelo encapsularme de silencio, cuando la madrugada -la nuestra- es un tibio lecho de miradas, una sombra que cae por todo nuestro cuerpo, y en donde las palabras son sólo la opresión de algunos dedos. Así el silencio -André-, cuando te leo, parece que abre las entrañas, escarba grietas, y me besa los párpados, para sentir el frío inmune de la distancia.

Bonne nuit, Poeta.

Marina Centeno.

André Cruchaga dijo...

Mientras la noche se cierne sobre párpados y sienes, seguro que la brasa resplandece en su apoteósico incensario.

De pronto cada imaginario, hace fuerte la fragilidad del cuerpo: nos deslumbra la entraña revelada,
a ese altar del eco clamando auxilio. Clamando auxilio, sí, en derredor de la música de los poros.

Un abrazo,

André Cruchaga

Marina Centeno dijo...

Sucede
que las gotas de sudor
son una causa
una razón para que el cuerpo
sufra de sofoco
y en cada sal se va tu nombre
resbalado en el pregón
desde la espalda

Sucede
que la textura de la sábana
gruñe en los poros
razga el contorno
de los muslos que plagian a las alas

cuando imaginamos que el silencio
es una imensidad por donde vamos
rebasando al viento

Marina Centeno

André Cruchaga dijo...

Sucede, también, que hay acequias
en las manos
y panes que encarnan
esta osadía de despertar,
concedido el anhelo.
Hay tantas fragilidades
como suma de follajes reunidos
en el día primero de los barcos.
en medio del ansia necesitamos
extender las lonas del fuego,
trasegar los litorales,
bebernos el océano
confeso del aleteo,
romper el dique de las llaves,
sacarle punta al aire,
subior al peñón
sin dejar nada en las alforjas...

André Cruchaga