Debemos respirar descalzos la inclemencia de estos días feroces.
Y claro, uno puede ser feliz junto al desvelo. Festejar, desde luego,
La velocidad del tiempo: los pasos, las puertas extasiadas.
Y claro, uno puede ser feliz junto al desvelo. Festejar, desde luego,
La velocidad del tiempo: los pasos, las puertas extasiadas.
Uno puede ser feliz desde la bruma de la comida
Autor de pintura: Zdzislaw-Beksinski
DEBEMOS RESPIRAR DESCALZOS
¡Ay qué mar sin riberas ni horizonte,
ni barco que esperar! Y qué agarrarse
a esta blanda tiniebla, a este vacío
que da vueltas y vueltas...
DULCE MARÍA LOYNAZ
DULCE MARÍA LOYNAZ
Debemos respirar descalzos la inclemencia de estos días feroces.
Y claro, uno puede ser feliz junto al desvelo. Festejar, desde luego,
La velocidad del tiempo: los pasos, las puertas extasiadas.
Uno puede ser feliz desde la bruma de la comida.
—Un día quizá volvamos a morder la diafanidad de las vocales:
Quizá nos ocupemos de los fósforos maduros del cierzo,
Quizá las pitonisas nos guarden en guacales prudentes.
Quizá un día nos sentemos en nidos firmes. —Aquí todo puede pasar,
Sin necesidad de oráculos. La mejor bola de cristal la tiene el olvido.
Debemos respirar extrañas predicciones: el espejo de los siglos con sed
De bocas. Ángeles subiendo las escaleras del cielo, sombrillas
De inocente metabolismo, cuentos de marinos, —galeones de piratas
Por el mundo de la mar, de las aguas, de los ríos desportillados
De la sangre. Debemos respirar sin anestesia las tapicerías.
Debemos darle a la ráfaga su ración de espuma. Con la yema
De los dedos se hacen los malabarismos del fuego.
Debemos gastarnos todas las telarañas para que quede solo la luz.
Un día, otro día, hoy, los balcones rescatados del cierzo: lamen aquí,
Las antiguas ternuras del crepúsculo, el vaivén de los trencitos
Con humo de luciérnagas, un caballito de madera goteando polvo.
Afuera hay demasiadas noches en la boca de los perros: ladran
Los secretos su abrigo clandestino.
El día menos pensado humea en el entresueño con candiles de kerosene.
Desde la calle transversal de las pupilas, la epilepsia de los peces,
La sombra hacia el follaje efímero. Esta suerte colmada de libélulas.
—Debemos meditar, a fondo, en la pira del mar, encaje tras encaje
De los techos en su polifonía de tren en miniatura.
Un día será pretérito el vuelo. Y la ropa un festejo inefable.
Cuando el silencio nos sea dado, habremos sido jardín autodidacta.
Cuando el madero sea musgo, será perfecto el solfeo.
Digamos adiós a la obediencia de los zapatos. A la absolución
De los escarabajos, a la complacencia de los espejos, a la rendija
Del ceño, al espectro más cercano de la risa.
Sobre las brasas las luciérnagas se vuelven azúcar, —memoria, acaso,
De otras inclemencias. De otros alientos líquidos.
—¿En qué sol desenfundamos el pulso de las campanas, los hilos
De la levitación, el blanco desafiante del orgasmo? Hoy, declino
Al candor de Pegaso, y me quedo aquí, multiplicado en las acechanzas
De un páramo de insultantes arenas…
Barataria, 08.V.2010
2 comentarios:
Extraordinario, André. No me extraña que Pere siempre alucine con tus palabras, con tu poesía tan profunda y plena.
Una cascada de imágenes y metáforas nos permite avanzar hacia las reflexiones necesarias en estos tiempos de descreimiento y falta de utopías. Pero el fuego prometeico habita en tus versos y nos lleva de vuelta a casa, al hogar del que nunca debimos salir. Nos hace regresar a la infancia, cálida y plena, con caballitos de cartón, con hilos y con luces de colores.
Muy bello todo el poema, André. Es siempre un placer recorrer tus poemas. Dejo mi huella silenciosa. Siempre te leo cuando el silencio llega y me serena.
Un beso de admiración
Ana
Gracias por tua palabras poeta Ana. de verdad que es un regalo del cielo que leas estos desvaríos míos, así no pasan inadvertidos. Tú lectora y escritora profunda y fraternal, sabes que en esta pasión de la palabra, sigo siendo ese perseverante aprendiz. Días y noches pacto con la luz y las sombras del alfabeto.
Un fortísimo abrazo,
André Cruchaga
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