miércoles, 12 de mayo de 2010

NORMAS DE URBANIDAD

Debemos olvidar, tras el sudor, las normas de urbanidad
El orgasmo efímero de los imposibles, las depredaciones que dejan
Estelas de polvo, la respiración atávica del diafragma,
La historia de los Sumos que nos llega por la vía de los satélites.

Autor de fotografía: Javier Alonso Torre








NORMAS DE URBANIDAD






Pero de todas formas
advierto que vivo entre las calles.
HEBERTO PADILLA







Debemos olvidar, tras el sudor, las normas de urbanidad
El orgasmo efímero de los imposibles, las depredaciones que dejan
Estelas de polvo, la respiración atávica del diafragma,
La historia de los Sumos que nos llega por la vía de los satélites.
Gana la saliva en los curules. —En qué cenáculos tiene vigencia
La sana convivencia, (no escupir, orinar, llorar);
Algunos lo hacen desde las portátiles y desangran los teclados
De la Bolsa de valores, los ritmos cardíacos del anonimato…
Otros hacen más visible el hambre y la miseria.
Se han vuelto gánsteres de la turbiedad. Virus a la espera de hacerse
Demonio, quizá ráfaga en el mapa de nuestra conciencia.
Quienes deben leer bien en los atriles, muerden el polvo
De la idolatría y además transpiran vinagre desde el cuello.
Las tormentas licuan la trama de los albañales. Nuestro tiempo
Conquista los disfraces, y quema el azúcar de las estrellas.
La ley se acurruca en la piedra molida, guarida de gases trasegados
Sin la brújula cierta de la luz.
—Uno queda envuelto en la pira de las conspiraciones. En la noche
Fecal de los ventarrones, en el azufre mudo de las muecas.
Llegan los días con ese hipo persistente de las filas y las sillas
En cuclillas. Llega el hígado sajado por los dientes.
Nada es más demagógico que los delirios de una democracia.
Nada es más doloroso que estar sin ropa en un País de felinos.
Uno tiene suerte de no terminar con herpes en el miembro,
Ni cortado como una lección de aprendizaje. Ni tirado en la hojarasca.
La esperanza es macabra en esta batalla mortuoria.
Se busca un vado para quitar la albarda o el aparejo.
Se busca el incienso para emprender ciertos rituales.
La ternura de los clavos es parte de la urbanidad. Los sueños
De los residuos, la resaca ponzoñosa de los días lunes.
De pronto uno se da cuenta que son innecesarios los Manuales:
Vale más el pañuelo del yerro, la grieta ennegrecida del rapto,
El asalto hasta ser parte de las telarañas. Las vainillas de la escritura
Con tos y alfileres. El vomito abunda en las reses del breñal.
Nunca seremos santos con los glúteos en la boca.
Sólo carnada para el apetito de ciertas agendas. Sólo cascajo masticado
Como chicle. Sólo ceniza en la demencia de los facinerosos.
Sólo uno más en el tullido guijarro de la parálisis…
Barataria, 07.V.2010

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