La Paz como una fruta extraña en cápsulas de sordas aguas
Desazón
No basta con hablar de paz.
Uno debe creer en ella y trabajar para conseguirla.
Eleanor Roosevelt
En los grandes emporios del mundo, —The Norwegian Nobel Committee —
también se trafica con los Nóbeles. Ahí, oscura la ópera de las pestañas.
La realidad y la ficción en suave sigilo. O, acaso, bocanada
De sueños deshojando el invierno, la noche con sus chasquidos
Desordenados, la agonía mayor de los labios,
—Las películas de ficción ahora no salen de los cines, ni de Cannes, ni Barcelona,
Sino del carbunclo. Y claro, no refiero [al de ciertos géneros de insectos coleópteros,
Piedra preciosa, también conocida como Rubí, sino a esa enfermedad contagiosa,
Ni a conceptos heráldicos],
Su virulencia es catastrófica y abre todos los círculos del poder.
Ahora cualquiera dirá frases bonitas para convocar a la mañana,
Aunque dichas frases sean de cansancio y pólvora, de caldera y mortaja.
¡Qué claridad descubre las miradas del Planeta!
Por doquier gime el sonido de la sangre. Y sin embargo, se nos vende
La Paz como una fruta extraña en cápsulas de sordas aguas,
En trocitos de analgésicos para no sentir el abismo.
El silencio me desviste como un blues violado por vegetales famélicos.
Las imágenes rebotan en las sábanas del polvo, en la bebida yerma del follaje,
Devastado por la fusilería y las bombas de 500 libras.
[En el lecho deberías tener una presea por cada orgasmo: vos y yo de frac,
Exactamente desdoblando las miradas,
Haciendo verosímil el lecho sobre las aguas que arrastra la historia.
Pero claro, prefiero que no nos desnudemos en los nudos de la oscuridad,
Sino en la luz o en las cápsulas virtuales de los cristales donde todo mundo
nos mire con cierta perspicacia y morbo.
Claro que sólo podrían vernos, pero no escuchar el gemido susurrante
Del espasmo, y el musgo tuyo desvivido y sin sombrero].
No basta pronunciar palabras de adviento, ni epígrafes azules de siega y justicia
Para derribar la puerta siniestra de la nitroglicerina;
Hay un mundo que padece las devastaciones del Imperio.
Hay un mundo que no se ve en la irrealidad de las películas 3 equis,
Sino en los huesos que producen
Las ametralladoras y que hacen difusa la utilidad de los colores.
Desde luego, Noruega, sigue siendo una pantalla gigante,
No menos que el plutonio de Washington, y las bases militares para mantener la Paz.
A menudo el idioma se torna una gota de sombras en los encajes de la sangre,
Una tragaperras,
Y no una hogaza de pétalos en el alcanfor de los balcones.
Claro está que nunca faltan las grandes cortinas rojas, ni los símbolos
Para festejar a los equilibristas de este voltaico acontecimiento.
[Uno puede pensar en las fábulas modernas o antiguas, en los ojos
Cabalgando sobre las campanas, en las bocas emergiendo de la Vía Láctea.
Incluso yo puedo contemplarte como un niño autista. Desvanecerme en tu sueño,
Abrir la eternidad antes de morirme. Y sin embargo, nunca llegaremos
A la absolución de nuestros pecados…Jamás nos apaciguaremos frente
A las luciérnagas. Jamás dejaremos de ser guerreros. ]
Por eso nunca veremos preseas en las paredes nuestras. Ni llegaremos jamás
A la primera plana de los periódicos, ni a la Times review, magazine, journal, etc.
Barataria, 14.X.2009
Desazón
No basta con hablar de paz.
Uno debe creer en ella y trabajar para conseguirla.
Eleanor Roosevelt
En los grandes emporios del mundo, —The Norwegian Nobel Committee —
también se trafica con los Nóbeles. Ahí, oscura la ópera de las pestañas.
La realidad y la ficción en suave sigilo. O, acaso, bocanada
De sueños deshojando el invierno, la noche con sus chasquidos
Desordenados, la agonía mayor de los labios,
—Las películas de ficción ahora no salen de los cines, ni de Cannes, ni Barcelona,
Sino del carbunclo. Y claro, no refiero [al de ciertos géneros de insectos coleópteros,
Piedra preciosa, también conocida como Rubí, sino a esa enfermedad contagiosa,
Ni a conceptos heráldicos],
Su virulencia es catastrófica y abre todos los círculos del poder.
Ahora cualquiera dirá frases bonitas para convocar a la mañana,
Aunque dichas frases sean de cansancio y pólvora, de caldera y mortaja.
¡Qué claridad descubre las miradas del Planeta!
Por doquier gime el sonido de la sangre. Y sin embargo, se nos vende
La Paz como una fruta extraña en cápsulas de sordas aguas,
En trocitos de analgésicos para no sentir el abismo.
El silencio me desviste como un blues violado por vegetales famélicos.
Las imágenes rebotan en las sábanas del polvo, en la bebida yerma del follaje,
Devastado por la fusilería y las bombas de 500 libras.
[En el lecho deberías tener una presea por cada orgasmo: vos y yo de frac,
Exactamente desdoblando las miradas,
Haciendo verosímil el lecho sobre las aguas que arrastra la historia.
Pero claro, prefiero que no nos desnudemos en los nudos de la oscuridad,
Sino en la luz o en las cápsulas virtuales de los cristales donde todo mundo
nos mire con cierta perspicacia y morbo.
Claro que sólo podrían vernos, pero no escuchar el gemido susurrante
Del espasmo, y el musgo tuyo desvivido y sin sombrero].
No basta pronunciar palabras de adviento, ni epígrafes azules de siega y justicia
Para derribar la puerta siniestra de la nitroglicerina;
Hay un mundo que padece las devastaciones del Imperio.
Hay un mundo que no se ve en la irrealidad de las películas 3 equis,
Sino en los huesos que producen
Las ametralladoras y que hacen difusa la utilidad de los colores.
Desde luego, Noruega, sigue siendo una pantalla gigante,
No menos que el plutonio de Washington, y las bases militares para mantener la Paz.
A menudo el idioma se torna una gota de sombras en los encajes de la sangre,
Una tragaperras,
Y no una hogaza de pétalos en el alcanfor de los balcones.
Claro está que nunca faltan las grandes cortinas rojas, ni los símbolos
Para festejar a los equilibristas de este voltaico acontecimiento.
[Uno puede pensar en las fábulas modernas o antiguas, en los ojos
Cabalgando sobre las campanas, en las bocas emergiendo de la Vía Láctea.
Incluso yo puedo contemplarte como un niño autista. Desvanecerme en tu sueño,
Abrir la eternidad antes de morirme. Y sin embargo, nunca llegaremos
A la absolución de nuestros pecados…Jamás nos apaciguaremos frente
A las luciérnagas. Jamás dejaremos de ser guerreros. ]
Por eso nunca veremos preseas en las paredes nuestras. Ni llegaremos jamás
A la primera plana de los periódicos, ni a la Times review, magazine, journal, etc.
Barataria, 14.X.2009
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