© Obra pictórica de Gerhard Richter
VOZ EN EL
FUEGO
De nuestras horas de desvelo,
descienden los ojos y la noche
que se queman en la sed y la piedra
asida al páramo: en el centro
respira el canto de la raíz, templo
de voces en el fuego
de la aurora, humana sombra que se
aviva en los jardines.
De tiempo en tiempo la piel se
agita con el viento, susurra, huidiza
junto al colibrí enlutado que yace enmedio de la niebla.
A veces solo quiero platicar con el
adobe que me desdibuja
los latidos, la catarata giratoria
en la hoguera del retrete.
Y me habla de esas oscuridades
pútridas pulsantes en el paladar.
Vivimos con un despojo que inflama
nuestra desnudez:
nuestro plumaje pende del hilo del
fuego, sin salvarnos del vacío.
Todo se ha borrado con el espejeo
de las lágrimas, el territorio
hondo del óxido que somos, la
arruga de savia de las frutas,
el parabrisas encalado y a media
luz, tizne las alacenas confusas
de la boca que callan entre el trompo
subterráneo de la risa.
Enroscado en sangre fatal, el búho
de alabastro lava la sangre.
De Camino disperso, 2021
©André Cruchaga
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