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SIEMPRE
AQUÍ
El poema quiere ser féretro sobre la tierra de tu
pecho. Quizás lápida de suculentas palabras, una tilde de orgías en lo
inminente. Quizás un solitario pañuelo raído por el tiempo: todo deja de ser
cuando nos convertimos en pescadores de la muerte. En nuestros pies, los
caminos pedregosos y las duras atarrayas, rotas de la esperanza. Siempre nos
sedujeron los laberintos de los muelles y el desenfreno vívido de las palabras,
el tibio ardimiento de los pájaros que repiten siempre su poderío indecible. —Mañana,
o cualquier día, estará siempre aquí, el beso sobre tu piel, la huella de
madera de tus ojos, la isla de ternura madurada al pie del surco.
Del libro: “Lejanías rotas”, 2020
©André
Cruchaga
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