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DÍAS
PRESUROSOS
Debajo de los días apresurados, la
niebla de mi pulso vencido. En el encantamiento de los imanes, un imaginario de
mimetismos líquidos, hacen del hastío, una campana de párpados inciertos. (Ahí, se despedazan las cobijas o se agota
o se decapita el hambre. Siempre resulta real la fauna sórdida con su
firmamento en desorden. En cada silencio el caudal líquido de los ojos y los
cascos de la noche galopando en el pecho.) Nunca pude entender toda la
miseria que nos devoró hasta el último calendario.
Del libro: “Lejanías rotas”, 2020
©André Cruchaga
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