©Pintura Isaac Levitan
RETORNO ERRANTE
Vuelves y nunca
alcanzas la lluvia, tampoco lo que se anticipa y transcurre. Cuchillo de la
noche el esplendor de la deriva, el candil que devora los nombres amortajados.
Todo está sitiado y ya no quedan interlocutores, ni aquel primer momento de
errores y herejías, salvo el devocionario cáustico de encarnar los fuegos del
azar. (Duele caminar llevando la voz ciega, llamando lo que ya está desleído,
los brazos marchitos, sin enderezarse.)
Vuelves y ya no hay nadie
en la casa, sino el dolor; regresas y ya no hay cama, ni paredes, ni amor, ni
esperanza: sólo alfileres y calambres y alas endurecidas.
(Te asomas a lo
incomprensible e inaudito; ves el tren de los años en una lágrima: al final del
precipicio, el aliento recoge los pedacitos insomnes del deseo. En todas las
horas imaginables, el centelleo incesante del frío, borrada cualquier sombra en
la travesía.)
Del libro: “Antípodas del espejo”, 2018
©André Cruchaga
©Pintura Isaac Levitan
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