Imagen FB de Pere Bessó
PASMO
En la rosa de madera de los jardines, el pasmo apretado entre las piedras. La sed se repliega a los juegos de la memoria: aquella fuente apretada entre mis manos, ya no lo es, ni siquiera los pájaros degradados de la conciencia, ni las bisuterías del mundo que bostezan en el imaginario de los candelabros. (Cada vez partimos sin dejar de lado la orfandad infame y las lámparas ciegas del desarraigo. Nada nuevo hay en la entraña de la ventana, salvo ese goteo permanente de la gramática de la infancia.)
Se hinchan los pies, salpicados de trenes
inefables. La luz es polvo en el horizonte o esa parte del mundo que nunca
desemboca. Las calles anochecen petrificadas.
Un puñal medita como animal de antaño en el sexo transpirado de los sueños.
Del libro: “Antípodas del espejo”, 201
Un puñal medita como animal de antaño en el sexo transpirado de los sueños.
Del libro: “Antípodas del espejo”, 201
©André
Cruchaga
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