lunes, 21 de marzo de 2016

DESTINO DE LA NOCHE

Imagen  cogida de esquinasdecuba.com




DESTINO DE LA NOCHE




Sobre el tejado, en la sangre, esta laboriosidad de clavos y carpinteros.
Conviene decir que la noche madura en el aliento, lo sé desde el alba.
Desde las manos tuyas y mías que estrujan trozos de naturaleza desvelada.
Desde el rocío hasta las paredes donde se vislumbra el aprendizaje atroz
de las intemperies, del tren de la palabra al grafiti, la raja de ocote pulida
dentro del sórdido brebaje del país.
El país sitiado por una oscuridad de espejos: ruido y sombras nos desvisten;
a la luz de esta lujuria, el desvarío abrasador en la aorta.
No tiene nombre el abismo diario alrededor de la mesa, ni límite sin que se sienta 
la jaula de las aguas abrasadoras de los nubarrones: pareciera que nunca
expiran los moscardones y que los cadáveres se tornan inhabitables.
Entre todos los olvidos, uno quisiera olvidar a este país de brebajes amargos.
(Resulta inexplicable la mutación que han sufrido los letargos y el horizonte,
las cobijas y la carne en el centro de la muerte.
El sinfín desaparece desnudo y encarnizado, bestial como una crónica incesante
de huesos. Excepto la hipnosis, lo demás son grietas. Son pómulos rotos.
Son ojos sajados en torno al oleaje del cuello de las pesadillas.
Vos sabés que en cada calle nos acecha una gota de sangre y que en la mañana, 
nos asalta de manera impune el chorrito de frío. Vos lo sabés.)
Perdido el país, nos queda la noche y su miseria mordiendo los encajes.
Quizá a la luz de tu sexo, la realidad no sea tan devastadora…
Barataria, 27.II.2016

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