jueves, 17 de febrero de 2011

SORDA LA SOLEDAD DE MIS SENTIDOS


Una sábana, acaso el mar tendido en la sangre del bosque, derramada
substancia de peces en los sentidos; todas las lejanías tienen
los dientes sordos y ciegos,
la soledad enajenada de los clavos,
los fuegos artificiales en los ojos, la luz que dejó de serlo cuando
las aguas llegaron hasta el cuello;
Imagen tomada de la red


SORDA LA SOLEDAD DE MIS SENTIDOS




There ain't no need for me to be a wallflower,
'Cause now I'm living on blues power.
I knew all the time but now I'm gonna let you know:
I'm gonna keep on rocking, no matter if it's fast or slow.
ERIC CLAPTON




Una sábana, acaso el mar tendido en la sangre del bosque, derramada
substancia de peces en los sentidos; todas las lejanías tienen
los dientes sordos y ciegos,
la soledad enajenada de los clavos,
los fuegos artificiales en los ojos, la luz que dejó de serlo cuando
las aguas llegaron hasta el cuello;
cambiamos los paraguas por desaliñadas sombrillas,
ángeles en la humedad del cine mudo.
Ahora el sonido tiene incisivos de tortura, moscas de extraños
laberintos, fantasmas que sólo poseen sentido en la casa hechizada
de los olvidos o en la botella sepia de los yermos.
A cada palabra la sustancia derruida de los ojos, los ojos del asco
de la impotencia de no bailar el mismo tango de los muertos:
respirar debajo de los sentidos los cadáveres,
la ceniza del espejo en los atrios,
los animales que gotean desde el tórax su nariz de bestia apedreada.
Vivimos entre abominables estribos de vacío:
sordo el horizonte. Ciegas las lámparas olvidadas en la basura
el perro negro en la bancada de la noche.
En la periferia de las montañas, a los garajes los hace la hojarasca;
en los rieles caben otras autopistas para los sentidos,
almacenes, puentes, mercaderes, aprendices de magnates;
sin duda, también, la memoria con turbantes de canela,
la oscuridad diáfana del carbón,
las cortinas del tacto sumergidas en los automatismos,
la pantalla negra de la fosforescencia, los relojes parecidos
a la copiosidad glaciar de los inviernos.
Todo es aquí, herramienta para la soledad: los planos inclinados
del rectángulo, los minutos en blanco y negro de los acordeones,
la estación del paladar en la locomotora de la lengua,
los pañuelos sobre la peluca sintética de los rostros,
los collage como una mordaza de los sótanos modernos que tenemos,
idénticos a la aguja centrífuga de los capiruchos,
a las facciones enredadas en la esfera del martillo:
(vivimos en la completa soledad de los armarios. En la era
de las grandes caminatas virtuales sin hallar el refugio cierto
de la sábana, el tren, el barco; construimos oscuridades más densas
que la ceniza, más cinturones de castigar con grasa o aceite,
más almacenes bestiales de hormigón o granito.)
Los taxis no paran en el umbral de las ventanas…

Barataria, 12.II.2011

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