martes, 9 de enero de 2024

SOMBRA DEL CAUTIVERIO

©Pintura de Wassily Kandisnky


SOMBRA DEL CAUTIVERIO

 

Es la sombra del tiempo el propio cautiverio, la calamidad

siempre cerca de la ternura, los duros ojales de la noche en el pecho.

Penden los ojos del polvo de la calle: se nos va apagando el sentido

de la vida, salvo la noche que cubre el sueño.

Odio aquel pájaro de galopes en el frío quemado de mis poros.

(Aunque no guardo remordimientos de aquel temblor de huesos

y miradas de un amargo ataúd, aún siento el yugo de la duda.)

A veces, sólo quiero regresar a mis ojos.

Ante el folclor disfrazado personajes se aprovechan de la mitología

seleccionada para fumar tabaco o hacer digerible la política.

Al ritmo sudoroso en el que vamos no hacen falta más señales

que las del espejo y sus bullentes manos acribilladas en la cárcel

o la calle que al cabo es casi lo mismo.

En medio del desgarramiento y el escozor, la falsa moral enrejada

en la oscuridad de los párpados, con ese hedor brumoso de la carne.

 

Así el confinamiento se reduce a ministerio inevitable.

«Como un pájaro lúgubre, será el blanco panteón tu cautiverio»

que crezca sin troncharse en el pecho.

 

Ahora son muchas las sombras donde late la indiferencia y enlutan

con su filo este torbellino de convulsiones.

Es como si de pronto la sonrisa fuese oprimida por la saña.

 

«Ajeno de libertad» retomo mi trino, aunque no pueda volar lejos.

 

Del libro: «Mesón Vallejo», 2020

© André Cruchaga

©Pintura de Wassily Kandisnky


 

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