martes, 27 de septiembre de 2022

CUERPO AUSENTE

© Obra pictórica de Joan Mitchell


CUERPO AUSENTE

 

Su rostro brilla

en el cielo de mis heridas abiertas

Serkan Engin

 


Solo el cuerpo ausente atravesando los rincones oscuros del silencio.

Tal vez porque la oscuridad madura en la rotundidad de las palabras.

Tal vez porque en el pecho la ausencia es únicamente memoria:

un cuerpo que se aclimata en los párpados, y que se nutre

en la reconstrucción del tiempo fenecido.

(Mientras los trenes se despiden con su aleteo ronco, los dos surcos

de los rieles, abren la garganta hasta el cielo.

El grito descarna la lejanía y el pasado proscrito se vuelve impostura.

Muerden los amarillos de las sienes y la entraña.

Es como si de pronto uno quisiera saltar un muro de dura inexistencia.)

Desde el recuerdo, el cántaro de las distancias, el horizonte enfermo

de tizne, y las sombras inducidas del hollín.

Mis pies de crepúsculo ya no pueden caminar sobre la noche del asfalto.

Es cadáver la boca bajo la espera de la tierra.

Frente a los pájaros que deshoja el ansia, el desierto y sus manos

aviesas. La ruina premonitoria del no ser. El final de una historia.

Detrás del recuerdo, siego las sombras de la noche.

¿En qué cercano vuelo, la ausencia dejará de ser fecunda?

Somos la vértebra pobre de los días y no el ave fénix.

¡Qué vigilia más eterna la impotencia sobre un mar de barcas!

—La noche es un túnel donde se arriman todos los recuerdos,

la hoja caída que nunca retorna al árbol.

Lo sé ahora entre brumas y puertas desglosadas en solitario.

 

Del libro: «Mi memoria se ha cansado de llover y esperarte», 2022

©André Cruchaga


 

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