jueves, 25 de marzo de 2010

VOCACIÓN DE ESPINAS

Andamos así como los astilleros de los puertos olvidados.
Calles sin palabras, ni códigos postales. En pañales de vaga vigilia.
Lámparas como lágrimas en los tacones de los zapatos.
Espuma a la deriva en la penumbra de la saliva.
Imagen tomada de la red









VOCACIÓN DE ESPINAS








Allá lejos, la primavera andará despeinándose,
Ahora, en esta hora desatendida y lenta,
Cuajada de racimos imprevistos,
De pupilas sin sueño,
De reptaciones trémulas,
De avances y orugas y de sexos hambrientos.
PEDRO GEOFROY RIVAS







Andamos así como los astilleros de los puertos olvidados.
Calles sin palabras, ni códigos postales. En pañales de vaga vigilia.
Lámparas como lágrimas en los tacones de los zapatos.
Espuma a la deriva en la penumbra de la saliva.
Guacamayas diluidas en los poros del tacto. Ciervos domesticados
En el miedo. Relojerías agazapadas en los lavatorios.
[La noche suda entre nosotros el hastío: esa vocación de espinas
Que nos mantiene enjaulados en el túnel
De la ferocidad desdibujada. No hay ventanas posibles para desvanecer
La caries de las calles. La propia normalidad de la lluvia.
La espina corona las sienes y se pierde en la carne.
Hacia qué lugar posible huimos sin peñascos. Dónde no somos
Arquitectura del caos. Carnada de la tristeza].
—Ahí de cada rostro se fugó la sonrisa. Se disfrazó la noche
De fantasma. La caligrafía de los párpados. La lluvia de la muerte
Con su odio de banderas.
Estamos sin escudos en medio de la calle.
Son más terribles estos finales del día a día que los de las películas
De Hollywood. Más feroces las vitrinas del tedio.
El ay de cada pez mordido por el anzuelo. Los rincones con polilla.
Uno, al final, no sabe qué nos depara el gris de las palabras.
El hábito familiar por el asfalto y la noche,
Este presente de rieles sin infancia,
Esta fe claudicada frente a la transpiración de tanta cruz y olvido.
Hay espejos ciegos en la tinta de la memoria. Manos siniestras
En la calle. Heridas como un candil de afilado tabanco.
Pantes de pupilas desfondadas. Solfa de adoquines el cierzo.
Aun la sal de los veleros. Aun el tableteo de las sombras en las paredes.
Aun la escama rara de las telarañas.
Aun el arcano sin taburete.
Aun el mar de pronto convertido en isla.
Aun el invierno goteando en un pocillo de aluminio.
Aun las escaleras de lo inesperado. La casa transitoria de la astilla,
El fósforo incierto en los párpados. Hemos vuelto al golpe falaz
De los acantilados, al papel embarrado de los sanitarios, al tabaco
Siniestro del estiércol. —Hemos vuelto al guante con cierto regocijo.
Al beso negro de las monedas.
A pintar las paredes con absurdos arco iris.
A cantar el lenguaje de las espinas. A cortar el eco de los girasoles.
A la rabia de la sarna. Al pañuelo solitario de la sal.
Hemos vuelto: náufrago cielo amurallado…
Barataria, 17.III.2010

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