lunes, 1 de mayo de 2023

DÍAS QUEMADOS

 

Obra pictórica de Joan Miró


DÍAS QUEMADOS

 

Y para colmo los días quemados de la tormenta, y el polvo lleno

de nudos. Y la impureza de las uñas por doquier.

El pájaro negro del aliento se mueve en medio de toda esta oscuridad, 

y vos, mientras tanto, en la rama rutilante

de los desfallecimientos.

¿Acaso la claridad es otra suerte de enajenación?

—Es el límite de los cristales al oído,

esta palpitación de pozos resbaladizos;

o los zapatos que avanzan sobre el despeñadero,

o las manos ateridas

sobre la piedra donde cavan los dientes hasta lo inmutable.

 

No quiero más mundo abrasado. Al tocar las semanas me asalta

la sospecha. Y el infierno que nos acabará mordiendo.

 

En los grandes emporios del mundo no hay tregua

para los desperdicios,

ni para la antigüedad de los balcones colgados de los espejos.

 

Uno aprende a vivir entre malhechores y tinieblas,

entre la soledad que te roba el cuerpo,

o sobre una piel donde ya no caben las caricias.

Para mi sangre, las ascuas ciegas sobre el pálpito, el sonido apretado

de la flama, las aldabas derruidas de saliva.

 

En cualquier parte, nos encontramos con cansancios:

huyo de este desorden

y de las pesadumbres; suplico al tiempo y elevo mis brazos

y plegarias.

 

En las calles asumo el silencio como los cientos de bocas

que no hablan por miedo a la indolencia del abismo.

Tras de las paredes los puños rotos.

Al final, solo me queda el camino de la memoria o del olvido.

El camino para tejer

y destejer

lo raído

que yace frente

a los ojos.

 

Del libro: Los que resistimos a la penumbra, 2023.

© André Cruchaga


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