© Obra pictórica Per Kirkeby
CADUCIDAD
DEL DÍA
Ahora
que no hay felicidad, quiero encontrar un rostro
que
refleje su luz, mirar caer la noche…
Francisco
Brines
Ante la
inminente caída del día, contigo el tiempo revelado:
en las
afueras, el mundo del sinfín repartiendo rostros y noches,
el
silencio que no llega, salvo con esta muerte a cuestas,
algún
agolpamiento de ramas mientras va oscureciendo.
Hemos
heredado eriales inequívocos y sequías violentas:
de esta tierra
evocamos un catálogo de reverberaciones sombrías,
la
historia que llevamos, el pálpito de la lengua en hombros
y los
goznes quemados de los cuerpos que arden a solas
en el
hueco de las amputaciones del vuelo.
No es
extraño mirar los pedacitos de cielo entre delincuentes.
En medio
de la ciudad quiero atarme a alguna caricia,
a la
mujer que retumba en mis poros y sobrevive a cualquier
estruendo,
a esos interiores donde nos suicida la tormenta.
Pero no
tengo, por cierto, el menor indicio de ella cuando
me
acuesto y si aquí, en verdad, se encuentra el paraíso soñado.
De Camino disperso, 2021
©André Cruchaga
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