PARAÍSO SIN
PÁJAROS
Paso
mi mano fría por la cama
Está
vacía, vacía como mi pecho
Como
lo que me restó de alma
Via
Plaza
Entre
sumas y restas, una jaula frenética, las venas rotas entre los dientes, la
ventana del pecho entre sombras, el camino de la herida sin bizna ni fragancia:
la herida es náufrago y deriva en un
suspiro sin ropa, helada la sed en los féretros del ojo, hundida la esperanza y
sus tripulantes. Hay un grito ebrio en el desierto de la cama, una almohada
sorda, fugitiva como el mal agüero de la niebla en los ojos. Ya es remota una
fogata de orgasmos en un imaginario de cascajos, o una sonrisa inocente entre
montañas de cráneos vacíos. Siempre vivir en un país como el nuestro tiene sus
riesgos: nunca falta la pócima de sal en un pocillo de barro gastado por uñas y
gritos. Jamás este paraíso tuvo pájaros alrededor de los brazos, pero sí,
moscas y sabores agrios.
De Camino disperso, 2021
©André Cruchaga
No hay comentarios:
Publicar un comentario