©Pintura de Gerhard Richter
INCLEMENCIA
DE LA ESPERA
Quedaré
reducido a cenizas:
y
los que vengan leerán en ellas.
Torcuato
Tasso
“Salgamos de la ciudad por la puerta que no tuvo
nombre.”
Salgamos por la puerta del ojo que nos mira, del oído
que fluye
en la voz, del cuerpo robándose los huesos.
No sé si solo fue ilusión esta
espera forjada en los párpados,
o un alma queriendo enterrar
las últimas cenizas
de aquel paraíso desterrado.
Me pregunto cómo es vivir
temblando sin quemarse: supongo
que nada ha existido, salvo la
hoja del árbol que se desprende,
hasta caer de súbito sobre la
tierra e incendiarse de sombras.
Me pregunto si no es estar
ciego en este hierro de confusiones,
en un lugar donde los brazos
están cerrados y la herida abierta.
Ya sin batalla alguna, quedaré
reducido a ceniza.
La inclemencia de la espera
fue solo una manera para seguir
viviendo, aunque la niebla
solo tuviese silencio.
De vez en cuando cae una pluma
en la ventana, una risa distante:
es el ala rota de la noche con
sus lamentos.
Es la tiranía de un alfiler de
escarchas, de una fosa arraigada
a la fogata de un imaginario
de aguas sin barcos.
Del
libro: “Invención de la espera”, 2020
©André
Cruchaga
©Pintura de Gerhard Richter
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