MARCA
En la floración de las
escamas, las aguas residuales de los viaductos.
(Todo
sueño infructuoso acaba siendo una herida del tamaño
de
un féretro, pese a lo impresionante que resulta el State Park.)
El tiempo devasta las
raíces, hasta que el aire derriba los cuerpos;
cuando la desmesura lame
hasta el granito,
todo es idéntico a los ojos
devorados de los grises en el pecho.
—A lo largo de las
precipitaciones, el paso apurado de las hormigas,
esta suerte de pupilas rotas
en medio del escombro.
Más acá del terror que nos
producen las bocas sucias, los días horribles
contados, uno a uno, con los
dedos.
Un pájaro entre los arbustos
constata el tráfago y los techos
detenidos de las casas
victorianas de Haight-Ashbury.
San Francisco, CA,
2013
Del libro: Primavera de arcilla
©André Cruchaga
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