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OQUEDAD
Mientras nos desangramos en la locura del hojerío y
abrimos los bolsillos del desierto, una cartelera de ternuras inocentes, no
abre los deseos reprimidos. Esas frases hechas, por cierto, solo revelan el
tile de la almohada, o el eco de escombros transpirados de una oquedad
intransitable.
Del libro: Umbral
de la sospecha, 2020.
©André Cruchaga
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