©Pintura de Cecily
Brown
ABATIMIENTO
Te delatas en la temprana ebriedad del sinfín de la
enajenación.
De pronto, uno advierte los silencios que después
hablan, quedito,
desde la memoria, desde la rama menguada de la
alegría.
Calan en las sienes los paraguas negros en espejos de
dudosa
progenie y la degradación de cuanto nos rodea: vacila
la polilla
del desierto en el vómito de la pureza. Nos muerde la
ruindad.
No era luna aquella redondez de la noche sonámbula,
ni día, el papel celofán entre los dientes.
Solo tintineo de mandíbulas en el eco momificado
de una escarcha de gemidos, ingles derretidas en el
pez del grito.
Supe de alusiones cuando ese paisaje siniestro entró
en mis ojos.
Un frío convincente de burdeles, zumba en mis ijares.
(Me
gustaba aquel pecho de terror por su desordenada barbarie.
Un
sabor tetelque aterroriza mi lengua hasta lindar el absurdo.)
Del libro: Umbral
de la sospecha, 2020.
©André Cruchaga
©Pintura de Cecily
Brown
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