Imagen cogida de la red
TRINCHERA
A Mary
Bell Díaz, poeta.
Ésa es toda la
tierra elíptica del suspiro, el brote redondo de tus dedos en la sombra, el mar
aprisionado en la gaviota de las ingles, el eco del viento en la arena
calcinada.
(Todo es extraño cuando la madera se
dilata en el tintero de cristal. Y la guerra se extiende hasta mi muerte.
Después forcejeo con mis párpados para que la acritud no llegue hasta las
ingles. Todo momento es único, aunque después nos envuelva la nostalgia.)
Siempre una
trinchera está hecha de brasas y sombras. De destellos que se afanan en lo
inefable.
Existimos en el
instante que quiere la memoria. Y ahí se eriza el alfabeto encendido de la
embriaguez posible.
Todo el fuego sabe
a la audacia de las pulsaciones: la sombra parece un crimen en la ceniza de
sangre que se arquea en los sueños.
Ahora es el agua
rotunda como el clamor de lo inefable.
De “Poemas del
descreimiento”, 2018.
© André Cruchaga
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